Se predica más con el ejemplo
que con las palabras…
Dicho popular.
En nuestra intimidad qué pudo quedar, quizás la silueta de tu cuerpo desnudo y el recuerdo de haberme conocido.
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido
Dominio público
Para hablar de mi vida, diría yo, qué fue excelente, nací en una familia acomodada, éramos mamá, papá y cuatro hermanos.; siendo la única mujer, bueno claro después de mamá. Mi papá un hombre con bastante visión, nos llevó a un nivel social medio. Por lo tanto ya vivíamos en un departamento de la Doctores, eso se dio después; ya que cuando yo nací, durante mis primeros años de vida, vivíamos en un cuartucho en San Bartolo, donde apenas cabía una cama matrimonial, una cómoda chica, la Televisión y una hornilla eléctrica. Estaba ya por cumplir los dos años, cuando mi Padre conoció a Don Pedro un hombre recio, con mirada serena, en otras palabras un ojete; pero en fin gracias a ese tipo, compró mi Padre ese Depa con tres recámaras, mis padres, hermanos y yo ya teníamos nuestra habitación Le ofreció el susodicho trabajo de mecánico en el taller, donde aprendió el oficio, sin embargo mi Padre ya tenía nociones del mismo; esto ha sido durante casi 35 años. En qué Don Pedro, ya bastante viejecito con un cáncer terminal, sin familia, le heredaría el mismo, pero sería un bien para los trabajadores. Sin embargo según mi padre, el dueño, en sus años mozos, cuando él se inició a trabajar ahí notó que era mal encarado, y culera con los trabajadores; mi Padre como pudo se lo fue ganando. Aquí entre nos según escuché rumores que era bien mujeriego, o sea “nalgas prontas” o “pito fácil” sí ya sé me estoy saliendo de la historia, sólo quería qué lo supieran, en fin volviendo a lo qué nos atañe pasando los años, al sentirse mal en estos últimos meses, aproximándose las fiestas decembrinas, decidió hablar con su notario y hacer su testamento. La sorpresa (y no por lo qué comente antes) para nosotros y mis progenitores fue que al fallecer al velorio asistieran varias mujeres, y además con hijos del fallecido Don Pedro. La noche que lo velaron, para mí fue un infierno entonces me dije Ximena, basta de tonterías ni que fuera para tanto. Además mi padre está al frente del taller en lo que se le da lectura al Testamento. Por otro lado veía a mis hermanos, siempre en la lela, siendo ellos más chicos que yo, pero con una mentalidad abierta y tranquila. Yo por lo menos, desde que tengo uso de razón acompaño a mi progenitor en los deberes del taller mecánico, ya que él se inició desde achichincle, maestro mecánico, supervisor y ahora ya es jefe en el área de Recursos Humanos y, por el acontecimiento que estamos viviendo en estos momentos se le nombró jefe interino mientras se da lectura al “testamento” y sepamos quien quedara al frente de la empresa (del taller) ; y traiga a sus trabajadores o destine cargos con lo que cuenta según sea la decisión del nuevo dueño, que aún no sabemos quién será. Por lo mismo yo he seguido sus pasos, aprendiendo el oficio, claro sin desatender mis obligaciones que son mis estudios, ya estoy por titularme de licenciada en Pedagogía. Sé qué nada tiene que ver con la Mecánica pero al unísono las conllevo, una como oficio y la otra que será mi profesión. Inclusive también estudio una maestría en Administración en Salud Ocupacional.; asimismo podré ayudar en el taller cuando concluya la misma, que será en dos meses, ya que ésta es: Un programa que consiste en la planeación, organización, ejecución y evaluación de las actividades de Higiene, Seguridad y Medicina Preventiva, que tienen como objetivo mantener y mejorar la salud de los trabajadores en su ambiente laboral. Y eso claro, si mi progenitor quedase al frente del mismo o prosiga con su trabajo según quién quede como dueño o dueña, no se sabe. En fin volviendo al velorio tan aburrido, ya que no conocía a nadie, sólo al difunto claro y a mi familia. ¡Roberto…! Le grité así me dirigía a mi padre cuando estaba enfadada. ¿Qué pasa hija? Tranquila. Ve a Iván leyendo como siempre, Edgar dormido (como dicen calladito se ve más bonito) y, Lauro míralo con su celular seguro que está en el fac book. – Sí Papá, ¿y eso qué? Se ve que tiene muchos contactos Y yo, Ximena hasta la madre y aburrida. Mamá Elena mírala dormida también, y no de cansancio tediosa como yo. Esas qué llegaron. Date cuenta, pinches viejas se nos quedan viendo como animales raros, ¿de dónde salieron?
– Eso mismo me lo pregunto Ximena
Voy a indagar de una vez, Ximena ya estaba dispuesta a enfrentar a una de ellas. Él la detuvo del brazo derecho bruscamente. -¡Qué carajos vas hacer, no es lugar para armar un escándalo!-
Mejor salte a fumar, distráete. Mañana con la fresca después de la incineración llevaremos las cenizas de mi jefe. – tu ex jefe, papá- Ya pasó a mejor vida o peor quién sabe, jajaja (rieron sarcásticamente) ¡¿a dónde las vamos a llevar, si se puede saber?! Él tiene su propio mausoleo atrás del taller, yo compré nuestro nicho, ahí también. Con orgullo te digo que ya terminé de pagarlo. Esto es tan mensurable, que te aseguro que éstas sólo vienen para ver que les dejó el viejo, -seguramente- ¿pero qué les pudo dejar si ellas jamás se aparecieron por el taller? Pero te afirmo y confirmo que están aquí por esa razón, no porque les duela la muerte de Don Pedro si no por interés. Míralas risa y risa, parece qué están en una fiesta. Por Dios Papá, ya los velorios no son para estar tristes y llorando toda la noche, recuerda que “el muerto al hoyo y el vivo al bollo” En buena onda mija, ya no voltees a verlas ni les hagas caso, salte a humear como te comenté, está bien Pa’ mejor dime que me vaya a la chingada y te entiendo. Refunfuñando salió ella, del velatorio. Todo aquél ambiente, ya era una romería, por aquellas mujer que no estaban nada mal, unas con mini falda, otras con pantalones de mezclilla pegadito y qué decir de los escotes no dejaban nada a la imaginación. Por otro lado las niñas y niños (supuestos hijos del finado) corriendo como si estuvieran en un parque. Eran definitivamente insoportables. –Elena, sirviéndote más café- Qué bien amor, y qué tal descansaste. . No te hagas, no les quitas la vista a esa pu… ¡cálmate! No digas sandeces, mejor acompaña a Ximena y retírate por un momento y vete a expulsar humo con tu hija. Para tu información estas mujeres aparentemente tuvieron algo que ver con Don Pedro o por lo menos hace un rato fui de metiche, las saludé y eso me comentaron; los escuincles (niños y niñas) son descendencias del fallecido. Ella hizo una mueca como queriendo reírse, sólo agregó: -debes estar bromeando- Eso quisiera amor, pero es lo que ellas afirman. Esperemos a que pase esta noche, la susodicha incineración de mañana, pongamos la urna en su respectivo nicho y pasen los 9 días del duelo. Entonces nos dirá el notario que día leerá el testamento. ¡Qué bien Querido! Explayó susurrando ella de júbilo–Y qué te alegra tanto Elena- Qué tal si yo me quedo en la calle y les deja todo a esas brujas. Sería una jalada de él, después de que tú fuiste su brazo derecho y fiel servidor por más de XXV años trabajaste unos años después de la apertura del mismo hasta últimas fechas. Él sólo pensó sin pronunciar palabra – eso nada tiene que ver Elena- Ella se alejó y se aproximó a donde estaban aquellas mujeres. Qué tal, disculpen las puedo acompañar. Por lo menos para charlar con alguien. Y no. No me vean así soy esposa del Señor que se está sirviendo un café. Si ya lo divisamos. Musitando contestó una de ellas. Por lógica Elena enmudeció por un momento. De reojo vio a sus hijos abandonar junto con su Padre el velatorio. Se incorporó y pensaba hacer lo mismo; Pero una de ellas le detuvo diciendo, tiene derecho a conocer nuestra historia, no quiero que piense que somos unas oportunistas. –todo está bien dijo Elena, pero de lo último que supe de Don Pedro, es que estaba soltero, no tuve noticias de sus aventuras ni que tuviera hijos- Claro no lo pondremos en tela de juicio, por eso queremos esclarecer ciertas dudas, ya que desde que llegamos nos ven como unas mujerzuelas, y la verdad es bastante incómodo dijo una de ellas. Y recalcó -Pero sí era un mujeriego un vale madre, – disculpe la expresión- Otra ya mofándose y haciendo ademanes con las manos insistió – bueno qué, nos deja platicarle o no- Claro tenemos lo que resta de la madrugada hasta la incineración. El frío de la madrugada ya empezaba a pegar con mucha fuerza, los árboles que estaban aledaños al velatorio se movían y por consecuencia las hojas de los mismos se desprendían. Tengo frío Ximena, abrazándose a su hermana dijo el benjamín de la familia, Lauro a sus 16 años era precoz y friolento, de sus dos hermanos, el único que dejó la escuela y ya trabajaba, como auxiliar en el taller con su padre; además tenía novia y ya fumaba, y Roberto tuvo culpa de que él se iniciara en ese vicio a temprana edad, siempre les rezaba aquello de: ‘ten vicios cuándo te los puedas pagar’
Hermanita por caridad, regálame un tabaco; -tú tienes los tuyos- Se me olvidaron en casa. Tartamudeaba él mientras con cara de (yo no fui) le pedía el cigarro a ella, Qué casualidad que olvidaste tus cigarrillos…, pero está bien toma; no va haber otro, a ver si ya compras. Recuerda lo que decía la tía Chabela – quién te enseñó a fumar que no te enseñó a comprar – Mientras tanto Iván platicaba con su papá, no es que sea curioso ni estoy inquieto tampoco, pero a qué hora nos vamos, la verdad esto de estar en los velatorios o velando a un tipo qué siempre me calló en la punta; no es gratificante; además quiero terminar de leer esta novela de Gabriel García Márquez “El Amor En Los Tiempos Del Cólera” Pues aprovecha el tiempo, yo creo que sí la concluyes, nos vamos a ir hasta mañana, después de poner la urna en el mausoleo en su respectivo nicho. Además falta la incineración que será mañana después del mediodía. No manches papá estás hablando en serio, frunciendo el ceño le respondió Iván, a sus 22 años, no daba un paso sin autorización de sus padres, -ni modo seguiré leyendo, retorno entonces a la sala donde estaba el féretro- lo mismo que a la lectura. Sabes qué pa…, voy echarme otra pestañita; hay Edgar qué huevón -inquirió Iván-, desde que llegamos te la has pasado dormido; – y a ti qué te importa – Ya por favor no es lugar para qué se pelee ni discutan, la situación se va poner muy tirante, ya están llegando los trabajadores del taller, y la verdad poco me tragan- Pues atiéndelos papá tú eres como quién dice el anfitrión en esta madrugada, fría y tristona, malévolamente le dijo Ximena a su Padre. Él sólo se la comía con los ojos, mientras se adosaba para saludar a los que estaban llegando en ese momento; ya en altas de la madrugada, eran las 3 de la mañana. Que tal muchachos, pasen a darle el último adiós al interfecto. ¿A quién…? preguntaron ellos a una voz, A Don Pedro pues; ¡Ah!, rezongó uno de ellos, habla bien sabiondo. No nos quieras apantallar, vamos adentro entonces. Con su permiso jefe, -burlonamente respondieron ellos-. Al ingresar a la sala donde apenas se escuchaba el cuchicheo de aquellas mujeres y una que otra breve risa. Uno de los trabajadores dijo cuando ya estaban a media sala cerca del féretro, -ojalá haiga traído mi cel si no me voy aburrir- en eso uno de ellos lo codeo y le dijo ya vistes; no les quitaban la vista lasciva a las piernas y senos de aquellas señoras. No es por nada Gabriel están como paco, no mames Pedro ¿cómo qué como paco…? Como paco-jermelas, Con una risa vulgar los cuatro trabajadores del Taller concluyeron, los únicos que asistieron al velorio, de los 15 que eran. Se les inundó su mente cochambrosa, pensando cada uno por su lado como se agasajaban, con ellas. Fueron largos esos minutos, hasta que uno de ellos gimió y se escuchó en toda la sala. Ya que al, haber pocas personas, y el techo de lámina, el eco era eminente. Mmmmmm. Hay tú y tus pensamientos en voz alta, Juan qué haces inquirió Pedro, y Gabriel sólo se le quedó viendo. Salomón, alcanzó a decir –disculpen a mi compañero- Pero sigan con su plática se ve interesante. Después se adentraron más y tomaron asiento. Sin embargo la sala, en su diminuto espacio, cabían cuatro sillones, dos grandes y dos medianos; mesitas chiquillas a la vera de cada asiento, para poner su taza de café. Para beber o tomar algún refrigerio estaba la cafetería. Y los letreros de prohibido fumar, se dejaban ver claramente, igualmente los de salida de emergencia, señalamientos para ir a los elevadores, cafetería y sanitarios. Todo en orden por así decirlo. Esta Agencia Funeraria no era muy grande, a comparación de otras ya conocidas. Pero lo que ofrecía era bueno, por ejemplo el café de toda la noche formaba parte del servicio. Teníamos una iluminación excelente, música instrumental en las salas, además según le religión de los deudos del difunto, se ofrecía ya fuese una misa, o con algún predicador oraban por el finado; en este caso no sería necesario no había familiares. Así la madrugada siguió su curso, recordaban anécdotas de Don Pedro, la mayoría no eran muy agradables recuerdos. Juan para romper el silencio entre sus compañeros, relató: una tarde que fui a ver a Don Pedro, para pedirle un favor ya que estaba embarazada mi esposa –bueno la que fue mi mujer- Disculpe puedo pasar, sí claro pero sea breve tengo mucho trabajo; Esta bien Don Pedro no le quitaré mucho tiempo, usted saber que mi esposa está esperando, y las medicinas me han salido caras. El Seguro Social la atiende pero… pero qué Señor, si espera un aumento, se equivocó el taller no da para tanto. Es verdad que le trabajamos a varias agencias automotrices, no por eso podemos darnos ciertos lujos. Mire Don…vine a suplicarle ahora exijo el derecho como trabajador, no le estoy pidiendo una limosna. Juan sólo le repetiré una vez o se larga a trabajar o lo despido, y le puedo asegurar que me sale más barato finiquitarlo que aumentarle el sueldo. Me dejó pasmada su respuesta que regresé a continuar con mis labores. Sí replicó Gabriel –era un sádico-
En otro extremo de la sala, Bonfilia platicaba cómo fue entablando una íntima amistad con el ya difunto. Además era muy caballeroso, me empezó a llamar de cariño: Mamá Bongo, desde que supo de mi embarazo. No puedo definirlo bien, fue a mediodía de un fin de semana; Cariño que tal si vamos a caminar, no estamos lejos de aquél jardín, -si he sabido sus intenciones yo misma lo hubiera matado, así por lo menos sabría dónde estaba el cabrón cuando se alejó de mí. Dicen que sólo las viudas saben dónde está el marido- En fin fuimos a caminar como él quería, platicamos de varias cosas, después como siempre cambió el giro de la plática fue más cachonda terminando por consecuencia en el lecho. Eso sí sabía cómo complacer a una mujer, pero ese no era el punto, ni tampoco la primera vez que él hacía lo que hizo, pero sí fue la última; A la mañana siguiente él había empacado todas sus cosas,. Y por más que lo busqué no supe más de él, inclusive cambió su número celular no era el mismo, me fue imposible localizarlo. Hasta ayer con los primeros rayos del alba que salí a temprana hora por mi periódico, vi entonces la esquela del Taller, por eso supe donde lo iban a velar. Sé qué no es la forma de presentarle a su hija qué ni conoció, di a luz meses después que el cabrón se fue; pero quería estar segura de que estaba bien muerto el hijo de la chingada.
El aire ya se sentía denso, los cuatro cirios hacían guardia al féretro nadie se acercaba a él, un ataúd qué según se dice es el más solicitado para las incineraciones; éste en madera paulownia, con un acabado de brillo y tinte pardo, concluyendo entonces con una cerradura, bisagras, cruz de madera y un gran Cristo de poliuretano. Pero no podríamos hablar de su interior, el mismo estaba cerrado. La indolencia y prepotencia de aquél hombre serán cremadas con él. Las ramas de los árboles se abatían por el viento, Los murmullos se desvestían en la sala, lo mismo que en el traspatio de la Agencia Funeraria; donde en esos momentos se encontraba Roberto, dirigiendo su mirada al cielo, aguantando la fría madrugada, escuchaba ladrar algunos perros. Sólo qué – su pensamiento estaba en otra parte por tantos incidentes con su jefe-: ¿Don Pedro me mandó llamar? Siempre fumando su pipa, tabaco con olor a maple, vestía traje gris con rayas negras en aquél momento, camisa blanca, zapatos negros (no podría decir de sus calcetines y calzones espero que hagan juego con el traje) y una corbata impecable; su mirada siempre firme, su voz autoritaria que nunca pudo doblegar. Así es Roberto ya tiene rato qué le llame. Perdón Señor estaba atendiendo a un cliente -respondió sumiso Roberto-. Está bien (manoteando respondió Don Pedro) no me de tantas explicaciones, hay que dar de baja a éstos tres trabajadores, faltan mucho y yo requiero gente que trabaje., que pasen a la caja por su liquidación; -pero- Pero qué, ¿va seguir mis instrucciones o se va a la chingada con ellos? Además usted es el jefe de personal ese es su deber –con el dedo de la mano derecha golpeó el pecho del interfecto- ¡qué hace ahí parado! Retírese y cumpla mis órdenes. Sí –pero- pero… Pero qué papá, ¡heeeee! Se exaltó de pronto Roberto. No nada Iván, no te escuché sólo pensaba en voz alta. Alguna mala pasada del extinto, cuántas no te hizo si lo sabré yo. Ya dejemos qué descanse en paz hijo, porque en vida medió mucha lata. Sí, y no solamente a ti también a… ¿busca a alguien Señorita? -perdón Don Pedro busco a mi marido- lo que son las cosas, usted sabe quién soy, y yo, no sé con quién pierdo. Roberto es mi esposo, permítame presentarme soy Elena. Por aquí si me hace el favor, tome asiento, en un momento lo voceo y vendrá pronto. Así fue: Al señor Roberto le habla Don Pedro. Sabía que era casado, pero nunca me dijo con una mujer tan guapa. Favor qué usted me hace. Veo que está esperando, ¿ya sabe qué viene en camino? Según el ultrasonido será niña. Una mujercita, va ser adorable. En otro lado del Taller terminando de ajustar los frenos de un Volkswagen, ¡listo…! Se aproximó Salomón a Roberto después de esa expresión de júbilo al concluir la revisión a ese automóvil, que hiciera Roberto; bueno qué no escuchas te están voceando, solicita tu presencia el jefe. No escuché voy para allá., qué querrá ahora, -joder seguramente le respondió Salomón- mientras se disponía a subir las escaleras a la susodicha oficina. Mire Elena si quiere cambiar de vida, le dijo él poniéndole la mano en la pierna, -cómo se atreve- le quitó la mano bruscamente, y ultimó: amo a mi marido, y además como vio estoy embarazada de nuestro primer vástago; le pediré de favor que mida su distancia. Ahora qué Señora le va decir a su marido, nuncamente, me sé defender sola, él es un excelente esposo y un cumplido trabajador y usted lo sabe. En eso se abrió la puerta de la oficina del despacho. Era él, vestía su overol manchado de grasa, igualmente todo sucio de la cara, trabajando de mecánico terminan uno malolientes y puerco…¿Elena…? Sí dime amor, Otra vez Papá pensando en voz alta, así parece Iván, bueno voy por un café te dejo en buenas manos. De que hablaban tu Papá y tú, de malos recuerdos, de este Güey que se petateo. ¡Por Dios Iván qué manera de expresarte es esa! Hay Mamá no pude evitarlo, la verdad nunca me simpatizó. Y qué me cuentas Ma… ya te aburrieron esa viejas cotorras. Shuuuuu, no te vayan a oír, no seas irrespetuoso. . No es eso, quise estirar las piernas un rato, por la falta de circulación, tú me entiendes. Y no me fastidio, al contrario me agrada la charla con ellas, sobre todo saber qué no les interesa la herencia, sólo vinieron a cumplir con un deber moral. Quizás se despidan pronto, sus niños tenían hambre y fueron a la cafetería, seguro los peques se dormirán y será el momento justo para que partan. Me reuniré en un rato con ellas. Bueno disfruta del frío, un poco antes de que retornes al chisme yo voy a dar mi rol. No te alejes mucho Iván. Si Mamá no te inquietes. Se quedó con su pensamiento en la historia de Reyna; por ello balbuceo –no hijo no son chismes son historias de vida- bien nos dijo Reyna:- fue en un café- en San Luis Potosí precisamente, en la cafetería “La Parroquia” normalmente desayunaba ahí. Ahora entiendo Porque dejó a su compadre Héctor durante 2 años al frente del negocio en lo que el resolvía unos supuestos asuntos, cuando partió a San Luis Potosí, casi todos los días desayunaba a la misma hora que yo, -la casualidad del destino diría – un día de tantos se atrevió hablarme; ¿puedo acompañarla? ¿O espera a alguien? Amigo usted sabe qué no. Diario nos vemos. Siéntese no muerdo. Retiró la silla y se sentó, llamó a una mesera. Tráigame lo mismo que a la señorita. Así comenzó nuestro idilio. Continuo el relato Elena a solas: su “pelotita” como afectuosamente le llamaba él. Como dijo Reyna, quizás por lo robusta. Hacían el amor en aquél colchón de agua, se besaban, se degustaban entre caricias, cada noche era una resurrección. Las caminatas en la plaza, las idas a misa los domingos, todo iba bien. Nos reíamos en antesala cada tarde. Ella le ofreció su casa, ya que él vivía en un hotel en ese entonces. Lo bueno que yo veo de esa relación que no hubo descendencia, lo malo de ese poco hombre, porque no se le puede llamar de otra manera, qué después de escoger el vestido de novia, pedir su mano y todo el protocolo el muy hijo de…se casó con ella por el civil, con un nombre falso e identificaciones de igual modo y a la pobre la dejó vestida y alborotada en la puerta de la Iglesia. Lo que no me quedó claro, después de años averiguó su verdadera identidad, pero muy tarde por cierto. Voy a la cafetería para platicar con ella, es posible que esta nebulosa se aclare y pueda yo entender todo ese embrollo. Asimismo se encaminó a la cafetería, ahí estaba sentada precisamente ella, tomándose un capuchino, bien caliente se le veía, humeaba aún a la distancia. Hola Reyna a ti te estaba buscando. Para qué soy buena Elena. Sólo quería entender tu historia, más bien cómo supiste de Don Pedro, o sea su verdadera identidad. Todo sucedió así, después de que me dejara como pendeja, en aquella Iglesia, su paradero para mí ya era un fantasma. Pero un día se presentó en mi puerta un joven, no mal parecido. Tocó el timbre, de eso que te platico pasaron casi 2 años. Al abrir le miré casi al instante me enamoré de él; si diga, ¿es usted… -me preguntó- la señorita Reyna? Mira, -le dije- déjate de chungas y al grano quién es usted y qué quiere. Soy Silvestre fui muy amigo de Pedro y supe lo que le hizo. Para empezar niñito –le dije- yo no conozco a ningún Pedro y por lo mismo no me ha hecho nada. Si lo conoce y muy bien, la dejó plantada el día que se iban a casar y por otro lado ni siquiera están casados; le dio un nombre falso se hacía llamar Guillermo y usted por ser moreno subido de color de cariño le decía ‘BlaKy’. ¡Oh por Dios!,… no supe qué más decirle. Así reinicié una nueva relación, yo la verdad le llevo 8 años, pero Silvestre es un amor. En fin esa es la historia. Gracias, se levantó Elena, y la dijo –disfruta tu café yo regreso a la sala-
Las historias a veces estremecen, sacuden los armarios del pasado, porque donde hubo fuego
cenizas quedan; la vida es un fogón que no se extingue se aviva cada vez que se remueven ayeres, por más que se oculte el sol tras de las nubes, siempre hay un rayo de luz que nos deslumbra, por lo mismo no es una huella bienaventurada si no maliciosa del destino, que nos marca una mala señal que apunta al horizonte del sendero por el cual retornamos, a pasos lerdos, una vía indiscutible y acaecida. Es inevitable ser golpeados, por esos instantes que quizás ya no tornen a ser algarabía más bien un hoyanco al borde del camino,
Las historias también se agitan, como las manos en un cuerpo blando, sudoroso y lascivo; con esa urgencia del presente anfibio. Por eso se desfloran las palabras, entre el recuerdo, la ficción y el odio. Y todo ese ayer es un barril sin fondo; pero el rencor improvisa pues es un suicida al regresar como una sombra a ese maldito ayer que lo atormenta, que lo inconforma y lo muerde lentamente hasta hacerle gritar en el desierto.
Igual regresa como un ladrón al lugar de los hechos, para hacer atrapado, u olvidó un objeto en ese sitio; ¿para qué regresar? ¿Para qué deambular por un camino ya recorrido?
Las mismas coladeras, los mismos baches, los árboles aquellos. El café, la nostalgia, es todo un eslabón de necedades. Nada se remedia, el presente inmediato les acoge, ¿qué cambia? ¡Nada…! El féretro sigue ahí y, el muerto no puede defender ya su postura, pues esas historias de su infame existencia hablan por sí solas, oscureciendo cada instante de lo que fue su vida.
Pero aquí yace sólo un cuerpo, involucrado entre tantas anécdotas, no gratas por supuesto pero al fin de cuentas contables por lo que desde anoche hasta esta madrugada platican en este círculo silencioso que está en torno del velatorio. Él es el muerto, el anfitrión inmóvil, la hoja del arbusto marchitado, pero no el viento frío, ni la autopista cercana al sito donde lo están velando, ni el autobús de pasajeros. A veces quisiéramos que el muerto se levantara, y desmintiera algunas de tantas chismes o por lo menos nos dijera el por qué – de su actitud en determinadas situaciones- Pero no. Ahí está tendido, quizás nos ve, pero no –nos habla- quizás nos ve o sólo nos ignora. Sin embargo dicen muérete y salen tus virtudes, por lo visto hasta ahora no he escuchado alguna honestidad de cuando estuvo en vida el interfecto.
El poeta Max Rojas afirmaba: “Esto del palabreaje humano es cosa mala” –o lo qué es lo mismo “calladitos nos vemos más bonitos”
Pero qué chiste tendría un velorio, a parte del sufrimiento de los allegados, si no se entablara una plática entre chismes y rumores., ni siquiera el cuerpo reposaría en el ataúd sereno, No puede a ver nada más apacible que hundir la cabeza en el pozo. No hay nada más reconfortante qué sacarse la espina y dejar que sangre la herida. ¡Eso…! Y en cualquier lugar se llama desahogo. No puedes cruzar un puente colgante con el temor de caer al vacío. Tiene que tener fortaleza tu relato, y todos los que han pasado en las horas anteriores han sido con entereza y sinceros. Algunos como los trabajadores ya roncaban en la sala y aquellas mujeres bostezaban ya querían retirarse. Julieta se apartó del grupo, y al salir del velatorio se dirigió a la cafetería. Pero primero pasó al tocador donde se encontró con Elene. Ella se estaba lavando las manos y aquella ya se hacía. Voy de prisa pero espérame, de un soplo entro a donde estaba un WC desocupado. Sigues aquí Elene, sí Julieta. Te platico mi historia, sin titubeos, ni tapujos. Aprovecha que tus gemelas están dormiditas. Sí. Y creo que ya estamos por irnos. Pediré un Uber para que me lleve a mi hotel y salir mañana para Chihuahua. Está bien –pero me decías- yo paseo perros, hay un parque cerca de mi casa. Varios vecinos me pagan por ello. Y digo (me pagan) ya que actualmente lo sigo haciendo. Así fue como conocí a Pedro. Él solía pasear a su perro, un San Bernardo, bonito animal por cierto. Al igual que él ya murió. Me lo dejó cuando se largó el muy canalla. Así platicábamos, cuando el paseaba a su perro y yo a otros cuatro. Hasta que un día decidió hablarme derecho, y me dijo qué cuánto le cobraba por pasearle a su perro. La verdad no quise cobrarle, él me gustaba. Tenía muy buenas nalgas, era bien parecido, todo un tipazo. Con la finalidad de verme a solas con él, siempre a su perro lo entregaba al último. Me invitaba la copa, hacíamos el amor, y… purrrrrr. ¡Hay perdón…! No pude evitarlo. Yo creo que fue tanto café. Sabes Julieta –le dijo Elena frunciendo el ceño y tapándose la nariz- te espero afuera del baño para que me sigas platicando. Está bien no tardo.
Al salir, veía a través de aquellos ventanales como se agitaban los árboles, aún el viento estaba fuerte. Por el cambio de horario y acercándose las vacaciones de invierno atrasamos el reloj una hora. Ya se veía esclarecer eran las 6 y media de la mañana; listo Elena no te lo dije no tarde mucho y…jiiii, perdón por el pedo pero no pude aguantarme. No te aflijas para eso es el baño y para los chismes (jajajaja) no pudo ocultar una risita Elena al decir eso -pero no terminaste de platicarme- Ha, sí de veras: pues te decía. Yo lo visitaba cada fin de semana, nuestra relación solo duró dos años. Y un día me dijo –Gipsy tengo que dejarte es mejor para los dos y quédate con Robert (así se llamaba el San Bernardo) no me lo puedo llevar- Te confieso que me dolió en un principio, pero no tuve otra opción; ni tampoco le comenté de mi embarazo. ¡Para qué! ¿Gipsy…? <Preguntó Elena> ¡Oh! así me decía de cariño y yo a él le decía Rayitas. Sobre todo porque sus trajes siempre eran rayados. Hasta últimas fechas, yo nunca le conocí uno liso Julieta. ¿Y luego qué pasó…? Pues nada –se fue- su paradero me llegó por una amiga en común, por ello me enteré de su deceso y, donde lo velarían.
Bueno háblale al Uber, para que vengan por ustedes. Yo regreso a la sala tengo un poco de frío. Sale, yo en un rato paso a despedirme y despertar a mis peques.
Por lo menos mi familia, llegó puntual al funeral. Se dice que es una muestra de respeto. No se llevó a cabo ninguna ceremonia, quizás no era el caso, pues los únicos amigos (no familiares al difunto) éramos nosotros. Que imperiosa seriedad se podría enfrentar ante un hombre que siempre estaba solo; platicamos con aquellas damas y con los trabajadores que estuvieron presentes, aunque el protocolo aconseja no conversar con otros amigos y/o conocidos, seguramente por aquello del chisme y malos recuerdos. Además toda regla o norma funeraria se rompió, por ejemplo ¿cuál pésame? ¿A quién? ¿A nosotros? A los trabajadores del taller o a esas mujeres que ni una lágrima han derramado. Todo fue tan rápido según platicó mi Padre. Ximena recordaba entonces, aquél telefonema. Riiiing, sí bueno -necesito hablar con tu madre- Sí de parte de quién. No estoy para bromas esto es serio. Está bien Papá ahorita te la comunico. Mamá te llaman. ¿Quién? –preguntó Elena. El que trae el sustento a la casa. ¡Sangrona…! Le gritó Elena dirigiéndose a Ximena. –Sí mi vida cómo estás—
–muy mal—necesito el teléfono del Doctor Servín es urgente, a Don Pedro lo
Encontramos desfallecido encima de su escritorio, y me preocupa a sus 72.
años todo es un riesgo
Es el 55-20-22-35-35, gracias en estos momentos me comunico con él. Así, lo hizo Roberto. Pasó casi media hora del llamado al antedicho médico; – disculpen la demora pero el tráfico de hoy está pesado, no sé por qué pero estuvo insoportable- Pronto doctor gritó Pedro (su tocayo del enfermo) no escucho que respire. Lo auscultó. Efectivamente según veo fue un infarto fulminante. Lo siento. Falleció. Hablen a la funeraria “Rodríguez Hermanos” es donde compró él. En su escritorio encontraran los papeles de la misma. Roberto, vea que vengan por el cuerpo, lo más pronto posible. Lo espero en mi consultorio dentro de una hora para extenderle el Acta de Defunción. Siendo las 17:39 horas del día 11 de Noviembre del 2018, el fallecido fue Pedro Martínez Rocha. Con estos datos les tendré lista el acta, y una carta extendida por mí para que se eviten la autopsia. Y daré fe que murió en mi clínica y no en el taller. Bueno señores Compermiso ya no tengo nada más que hacer aquí, -lo acompaño inquirió Pedro – No se preocupe conozco el camino.
Más tarde. Después de recoger el Acta, y el documento que avalara de que murió en la clínica. Regresó al taller Roberto de volada, ya que le habló Salomón para decirle que no podían retirar el cuerpo hasta qué él llegara con los documentos. El tramite como todo en México, es burocrático, pero al fin iba en camino el cuerpo en la carrosa fúnebre y él en su respectivo sarcófago; llegó el cuerpo a las 19 horas de la noche, -lo recibimos mi madre, mis hermanos y yo- Mi padre estaba ultimando unos detalles del papeleo. Así dio comienzo este infierno, de estar aquí. ¡Qué horror…! No me digas qué tú también piensas en voz alta Ximena. Sí, creo que sí. Voy a pi –pintarme al baño Papá- con este pinche frío me dieron ganas.
Es por ello que el pésame, fue nulo, no habría qué manifestar ningún pesar ante el dolor, no porque no doliera la muerte de un ser humano, principalmente por el tiempo de conocerle. Sin embargo, se hunde uno en el sufrimiento por el trance en el que se está atravesando, es posible que nos saltemos ese aprieto, por lo vil que fue Don Pedro; quiero decir el proceso del duelo. Por qué en honor a la verdad ¿a quién le duele…? No se escuchó a ninguno de los presentes y, hago hincapié digo ‘presentes’ no ‘dolientes’; en esta sala donde lo velamos, ni se han aproximado a la caja Mortuoria donde reposa Don Pedro para expresar sollozamente estas palabras:
“con lo bueno que era”, “siempre se mueren las personas buenas”
El ambiente ya estaba menos tenso, la luz del día se dejaba ver con más intensidad, amaneció nublado y con mucho frío. Pedro bostezó por un momento y se estiró. Se quedó como estático, su mirada estaba ida, ¿en qué piensas? –Preguntó en voz baja Salomón- qué los muertos también guardan secretos y nosotros con ellos. Haber, barájamela más despacio, -dijo Gabriel- no te entiendo. Juan estaba despertando y alcanzó a decir, al ver su cel. Miren ya son las 9 de la mañana. ¡Te quieres callar…! Inquirió Pedro- esto es importante. No sé qué horas serían subía Don Pedro las escaleras del taller, – buenos días tocayo- Me saludo formalmente, en eso vi que algo se le cayó de su bolsillo del saco. Me agaché al levantarlo, era una foto, medio vieja y arrugada pero al verla me sorprendí. Podría jurar que era él vestido de mujer, maquillado y con las uñas bien pintadas. No mames dijo Gabriel, con razón lo notaba medio amanerado al tipo. Yo la verdad nunca le creí puto replicó Juan. Dejen termino no interrumpan; asimismo tomé aquella foto y corrí, alcanzándolo antes de que cerrara la puerta de su oficina. La detuve, y… perdón Señor se le calló ésta foto. Me miró y titubeante respondió, después de unos segundos de tomar la foto entre su mano. Gracias, es mi hermano. Es un Travestí, ¿somos muy parecidos verdad? -creo que sí señor- Él actúa en las Vegas, casi no nos hablamos. Bueno me retiro que tenga un día excelente Don Pedro. Por favor tocayo no divulgue este incidente. –No se preocupe soy una tumba- Jajajaja, soltó de improviso una risa venenosa Salomón. Yo no le veo la gracia. Cómo no Pedro, hoy esa tumba se abrió jajajaja. Eres un pendejo, -mejor vamos por un café tengo harto frío- Así se incorporaron los trabajadores después de esa charla mañanera, para servirse un apetitoso café. Se ve bueno; así es Gabriel, asintió con la cabeza Salomón; por cierto concluyó Juan ya se dieron cuenta ya no están las viejas, ni los chamacos. Seguramente se retiraron en la madrugada. Pedro un tanto extrañado le dio un sorbo a su café, balbuceando alcanzó a resollar unas palabras –ni tampoco Roberto y su familia- Ya nos cargó al muerto este cabrón, -cómo crees Salomón- Dijo Gabriel, deben estar en la cafetería desayunando o por ahí, no sé.
Mientras tanto en la cafetería, en diferentes mesas y en la barra, almorzaban algunos dolientes por circunstancias diversas. Pero en una mesa del fondo se llevaba a cabo una plática, tranquila, sin preocupaciones ya. Las horas es posible que transcurrieran más de prisa. Preguntó Edgar el benjamín de los vástagos: ¿a qué hora es el sepelio…? ¡Ya estoy hasta la madre! No lo van a inhumar, lo van a cremar a medio día. –Contestaron al unísono- Perdón, ya péguenme. Hay hijo desde ayer estamos insistiendo con lo mismo, pues no puse atención Mamá, -podrás pasarme la sal- si claro. Gracias. Satisfecha estoy, estuvieron muy ricos estos huevos divorciados. Huy Ximena y qué me dices de mis enchiladas suizas –no tenían madre- Que bueno que te gustaron Iván, -comentó Roberto- Lo bueno dijo Edgar, terminándose su refresco de manzana, ya faltan sólo dos horas para que se lleven el cuerpo a cremar. Pero. Pero qué Papá, -inquirió Lauro medio molesta, pues ya se quería ir- Pues como no está muy robusto el cuerpo, màs bien ya por su edad tan avanzada su metabolismo cambió, tenía `panza y además ya no hacía ejercicio; quizás tengamos que esperar además de las dos horas que dice Edgar, 45 minutos a una hora y media para que entreguen las cenizas. Elena ya retirándose de la mesa, -bueno regresemos con el muerto nos debe estar esperando- Sí Mamá tienes razón no se lo vayan a volar. No seas tan irónica Ximena, es sólo que ya quiero sentarme en uno de los sillones, estas sillas son medio incómodas. Eso es muy cierto mi vida.
No fueron por el café, ni por la charla aburrida o amena que se presentara en el lugar. Nos conmovía en nuestra sangre el sentimiento humano transitaba, eso creo que a pesar de todo lo hablado del finado; mis padres y mis hermanos nos conmovíamos por los hechos tan tristes desde que arribamos al lugar. Esa fue la manera más indulgente de conmemorar a la hipocresía; tan es así, que ni siquiera albergamos la idea, o nos pasó por la cabeza –el inclemente e inevitable instante del duelo- todo esto fue como un balde de agua helada, por lo improvisto del caso, pero no porque nos correspondiera atenderlo como lo hizo mi familia. Estaba carente de todo, porque no somos familiares del occiso, por ello me preguntaba, para qué llorar, o por qué derramar lágrimas sin sentido; pero no faltaron sus coronas que se marchitaran con el tiempo, pero sí cundía el olor a nardos y a café. Quizás por ese aroma tan peculiar (del café) me hubiera quedado en casa, a disfrutar de una buena película. ¡Pero no…Ximena! Pero no tenías que estar aquí, saludar y poner cara de una pendeja e indolente tristeza. Además dialogar con la sombra de un pasado, es como hablar con las paredes, para mi desgracia está chispeando, ¿y en noviembre…? ¿Cómo ha cambiado el clima? Eso del calentamiento global, todo lo ha ido destruyendo desde la flora hasta la fauna y sobre todo al ser humano. En fin. Presiento que se avecina un aguacero el cielo está negro, y sí, lo dicho ya se soltó. Los techos aquí son de lámina por lo mismo es insoportable el ruido que produce con las gotas de lluvia, al caer sobre él. Si antes teníamos que hablar en voz baja, ahora habría que gritar. Qué contrariedad. El resto de esta mañana fue inquietante, por los truenos del chaparrón que no cesaban, me deprimí por unas horas. Me sentía alejada del lugar, pero era el mismo, el ambiente quizás un poco cambiante. Cada quién con su silencio y algunos con un tema ya diferido a Don Pedro. Ya no era el centro de atracción, había otros tópicos con mayor trascendencia. Ya no se hablaba de lo mismo, ni de su aturdida historia de la que poco se sabía, ni de lo perverso que fue, en toda su puta vida. ¿De qué hablar…? Del amor, del sexo o de las mujeres que ya no están las que dejaron mella al hacernos saber, su afinidad con él y su desamor. Pero ahí estábamos, aquí continuábamos, en esta sala del velatorio. Es posible que en ésta, donde sólo estábamos nosotros y los trabajadores, el libro de visitas quedase en blanco. Pero aquí no pasa nada, sólo la lluvia este maldito temporal inaguantable; -ya está cesando- sí creo que ya está acabando.
A dónde vas Salomón. Voy a dar un rol y estirar las patas, tú deberías hacer lo mismo Gabriel en lugar de estar de metiche. Mira Juan tú no te metas, aun ni te has despertado del todo. Yo decía que aprovechen ya que la lluvia bajó su intensidad, -pue qué tengas razón- . Vamos Salomón así nos desempolvamos. Pedro seguía dormido a pierna suelta. Mi madre se despertó exaltada, la vimos resbalar del sillón al suelo. ¿Estás bien amor?, Sí Roberto. Avergonzada se incorporó y salió de la sala. Supongo se fue a caminar. Al igual que aquellos trabajadores. A veces la vergüenza nos desubica, sobre todo si la entendemos como la turbación del ánimo, al cometer una falta ya sea voluntaria o involuntaria se llame acción humillante o deshonrosa. En este caso yo diría –qué estaba soñando por ello dio el nalgazo- y sin dudarlo se le encendieron las mejillas, dejándola en evidencia. En lo posible y sin mentir otro u otra en su caso hubiera reaccionado de la misma manera, abandonando el lugar.
Ahora bien, el estado emocional u social de la vergüenza forma parte de nuestro universo, en veces nos sentimos culpables de alguna circunstancia o simplemente es el orgullo que deambula en nuestro entorno, y queremos excusar algunas acciones. Pero siempre termina enrojeciendo el rostro. Ese es el bochorno inexplicable al hecho.
También no son poco refutable las risas, y no es burla. Es una reacción natural. Y eso hace a veces enfurecer al interfecto, pero es mejor unirse y no quedar como un pendejo. En fin Elena se avergonzó y abandonó la sala por unos minutos.
Pasados algunos instantes, Roberto salió en busca de Elena. Cuál fue su sorpresa que un tipejo desconocido la estaba abrazando, se le notaba que estaba ebrio. –No somos nada Señora, le doy mi más sentido pésame- ella estaba incomoda ante tal escenario y le quitó de un jalón el brazo de su cuello-; qué hace imbécil, -un momento vámonos respetando- Sólo le doy mi más sentidas condolencias a la viuda- ¿A mi esposa…? –¡Y!…ya se levantó el muerto. No diga pendejadas, ella es mi mujer y el muerto que velamos no tiene familiares o por lo menos era soltero. ¿Cómo qué era…? Pues sí era, ya colgó los tenis. Usted se equivocó de velatorio. Pue’ que tenga razón es posible, no gusta un traguito –sacando una anforita de su bolsa de atrás le ofreció a Roberto- Ni madres, ahora pinche borracho lárguese. Está bien, pero no te enciendas chimenea que aún es no es de noche. Y se fue dando tumbos rumbo a la escalera. Estás bien Elena. Sí amor, pero todavía no me explico.
Cómo dejan entrar a ciertas personas, mal vestidas y en ese estado. Qué quieres, esta Agencia es de mala muerte, aparentemente se ve bien. Pero mira los techos de lámina. Y sólo cuenta con pocas salas para velar. Retornando a la misma, donde velaban a Don Pedro; vieron a una mujer, joven, de buen ver. Y en un estado inconveniente, platicando con los del Taller. –Es qué venía conmigo –Alejandro, Alejandro- Sí ya nos dijiste que su nombre es Alejandro -dijo Juan- pero tú cómo dices que te llamas; Talía, pero mis amigos me dicen (heeep) Talis.
Perdón qué sucede, -Roberto te presentamos a Talía respondieron a coro- Mucho gusto yo soy… ¡Ah cabrón! Roberto exclamó, -pásame la botana- ¿A quién buscas? A mi amigo Alejandro. Otra perdida –murmuró Roberto- Óigame no, estaré borracha pero no soy de esas; soy de las otras. Su amigo que busca, si lo vi. Saliendo diríjase a la escalera, él bajo. Debe verle fácilmente. Caballero –muchas, muchas, muuuuchas, gracias- No cabe duda Robert, que hasta en los velorios se presentan situaciones chuscas. En eso tienes razón Gabriel, ya nada más falta que el muerto se levante, una risa histérica les ganó a todos.
Por favor señores, <entró un vigilante> les gradeceré no hacer escándalo en la capilla contigua, ya se quejaron; de que sus risas y sus pláticas se escuchan, además que están tomando y eso está prohibido. Ahí si no, -respondió Salomón- Una mujer en un estado de ebriedad entró aquí es verdad, pero ya la sacamos y nada tiene que ver con nosotros. Así es respondió Roberto, además usted debe vigilar, el amigo de esa señorita que entró a irrumpir la paz de esta sala, está igual, bien pítimo. Deben estar en la planta baja. A ellos son a los que debe sancionar y remitirlos. Cómo es posible –intuyó desde otro extremo de la sala Elena- que dejen entrar a esas personas, qué no tienen cámaras. Disculpen voy hacerme cargo, para que no pase a mayores, y de nuevo reitero mis disculpas.. Me retiro entonces.
Papá, no es por nada ni quiero ser agua fiestas; creo que han sido de locura los acontecimientos recientes desde hoy en la mañana; lo que no nos pasó ni en la noche ni durante la madrugada, -sí te entiendo Edgar- No se muevan o aquí mismo me los chingo, donde está ese cabrón que disque muerto, jaja, cómo no. Se…Señorita u lo que sea guarde su pistola, y hablemos como gente civilizada y díganos a quién busca. A Pedro al dueño del taller mecánico no se hagan, leí la esquela en el diario de ayer y no lo creí, además está su nombre en la lista de difuntos abajo y el número de la sala es éste. Estuve llamándole a su celular y al taller pero el hijo de su pinche madre no contesta. Si nos explica qué ocurrió nos entenderemos de la mejor manera, Ayer en la mañana me confirmó mi Ginecólogo, que estaba embarazada. Entonces yo gritaba de júbilo, por la misma razón le hable a mi “pichoncito” Al parecer le disgustó la noticia, y… estás loca Rocío, comprende ya no tengo edad para educar ni me cabe en la cabeza tener un hijo. Debes entenderme, te voy a recomendar un amigo médico para que te haga un legrado. Cómo te atreves Pedro a proponerme eso, -que aborte-, yo lo voy a tener quieras o no, y tú te harás responsable; por lo menos ve el lado positivo la pastillita azul si funciona
-y todavía el tarado me preguntó
Pero cómo pudo ser. Cabrón me coges y qué querías ¡una lavadora! Pero a mi edad. En un espasmo me dijo y me colgó. Mi Padre le acerco una taza de café. Tome para que se relaje y guarde su fusca. Gracias, le agradezco. Venga a verle, abriré este lado del féretro. –Mire no le miento está bien muerto- Ahora entiendo, cuando hablaste Papá, -irrumpió Ximena- y encontraste desmayado a Don Pedro, ella acababa de tener esa tirante conversación, provocándole el infarto que fue la causa de su fallecimiento.
Mi mamá trató de corregir lo último que dije, -pero no lo tome así- es más posible que por su edad, esa emoción hasta cierto punto negativa le causara ese estrago irremediable. Lo que me duele, es que me dejó en la calle, no sé ni cómo mantendré al producto que viene en camino. Vivo sola desde que murieron, mis padres; nunca supe mantener una relación. No tenía más familia que Pedro, él me visitaba cada fin de semana. De esto hace unos años, tenía entonces 28 años. Y él 67. Sé qué era una locura. Pero su amor paternal, el cumplirme mis caprichos y su experiencia en la cama me hacían sentir bien. Pero hace dos meses comencé con ciertos malestares, como mareos esporádicos y mucho sueño. Al principio hice caso omiso, hasta que comenzaron los vómitos. Decidí entonces ir a ver a mi Ginecólogo, porque la verdad no creo mucho en la prueba de embarazo con esa cosa que venden en las farmacias. ¡Ah…! Lo primordial se atrasó mi regla; eso me hizo sospechar más que nada. Ya de qué sirve, todo lo que hable esta mañana. Él se fue, tendré qué arreglármelas sola. –Elene se le quedó viendo a Roberto con ojos de…ayudémosla- Mire Señora, no se preocupe, véame en 12 días en el taller, Ojalá el que se quede al frente sea conocido por nosotros, todavía no sabemos en qué termine esto, -pero sea como sea trataremos de auxiliarla- Gracias aquí tiene su taza y que descanse en paz el viejo; si es que puede descansar en paz- Salió aquella mujer en hurtadillas sin voltear, ni decir nada más.
Lo dicho Papá están pasando cosas, que no se dieron ni anoche ni en la madrugada. Los trabajadores no se quitaban de su asombro, los demás en la sala sólo guardamos silencio.
Ya nada me sorprende, o tú qué opinas Ximena. No lo sé Papá, ya nada más falta que tiemble. – Otra vez con tu sarcasmo – Déjala Pedro. Mira Salomón es mi hija y yo sé cómo hablarle y tratarla. Lo entiendo pero dale chance de que opine, un chascarrillo de su parte nos des estresa a todos. Es saludable. Sí creo qué tienes razón. Espero ya no haya más visitas inesperadas y sorpresas; ya estamos a escaso media hora para que se lleven el cuerpo a cremar. ¿Sólo el cuerpo…sin ataúd? Preguntó Lauro. Espero lo digas en broma. Claro hermanita, me crees tonto u qué; se vale responder o me reservo el derecho de contestarte. ¡Pendeja…! Mejor voy a buscar que leer en ese revistero, porque no hay cigarros y estoy desesperado. Comper-mua.
Se quedó pensativo como siempre Pedro. Gabriel no le quitaba la vista de enzima; me gustaría saber cómo se ve en el féretro, Don Pedro. ¿Quieres verlo? No Gabriel, claro qué no. Pero Roberto nos puede explicar, como lo vio en el momento qué esa mujer insistió tanto, y él amablemente la llevó para que no quedara duda, de su insospechada muerte.
…! Roberto ¡Le gritaron: Salomón y Juan al mismo tiempo. Él al escucharles corrió a su encuentro. Qué pasa porqué tanto alboroto. Pedro tiene una duda, quiere que se la disipes. Si está en mi mano cómo no ¿cuál es? Cómo se ve en el… en esa caja de muerto, él. -¡no quiero verle!- Pero hace ya rato que vino aquella mujer y ambos lo vieron. Se veía tranquilo, los ojos a medio cerrar, la boca abierta, la piel con retoque –él era moreno fuerte por eso lo digo- casi estaba entre moreno y blancuzco inclusive se veía más joven. Un traje verde con rayas de color cremita muy tenues, camisa azul cielo y una corbata verde agua. Gracias amigo por la descripción.
Después se retiraba Roberto, quedándose platicando los trabajadores. Mi Madre y nosotros abandonamos por un momento el velatorio.
Todo estaba ya en calma, pero minutos antes de que se llevaran el cuerpo para cremar. Mi Padre se aventó uno de esos discursos, aburridos como último adiós a Don Pedro:
Un momento de su atención, la verdad no sé hablar muy bien, pero a los pocos minutos que quedan para las 12 de este día; antes de que a nuestro Patrón, sin importar como haya sido en vida, si fue prepotente, majadero y de un corazón muy duro. Ya no importa. Se fue y hay que expresarle el último adiós. Si alguien después de mí quiere hablar lo puede hacer. En lo posible la vida debe vivirse con pasión y entregarnos a cada instante, por eso quiere dirigirme a Don Pedro, porque reitero, la vida es corta y por ahí dicen que dura lo que dura una canción:
‘Amigo Don Pedro ha llegado el día, el que no se planea sólo arriba para despedirte, nosotros y, darte el último adiós. Yo soy creyente y te puedo asegurar que Dios nuestro Padre no se equivoca, por eso su decisión fue llevarte a su presencia. Sé que dejas un vacío y como dice Alberto Cortez –que no lo puede llenar la llegada de otro amigo- No contar ya más con tu grata presencia nos sumerge en un profundo y melancólico dolor. No volveremos a verte físicamente, pero tus recuerdos siempre estarán en nuestro entorno. Descansa en Paz amigo mío. Aunque hoy te hemos perdido, nos redime el saber que fuiste una gran persona, colmada de valores, dadivoso, trabajador. Con esto recordemos que no sabemos el día ni la hora, ya que como él todos llegaremos al culmino de nuestras vida. Demos un aplauso a Don Pedro que ya reposa el sueño eterno’
En eso estábamos en los aplausos de despedida, cuando llegaron a retirar el féretro. Sin embargo no nos dieron mucha información, de cuánto tiempo duraría la incineración del cuerpo inerte de Don Pedro. Qué bueno que no sabes hablar Roberto, me impresionó tu discurso de despedida, no lo sentí, porque bien sabes con el patrón tuvimos ciertas dificultades. Pero no niego que fueron conmovedoras tus palabras. Eres muy gentil Juan. En eso entro una mujer, a la sala. Ximena fue la primera que pensó en voz alta –otra- Pero Pedro se acercó a Ximena. Míralo bien es otro vestido de mujer. Tienes razón ¿quién será? Con voz amanerada preguntó -¿aquí es dónde velan a mi hermano? Elena extrañada indagó, disculpe y usted es… soy Rodrigo pero me cambié el nombre por Leticia. Pase hoy en la mañana por el taller, venía de hacer unas compras con mi pareja. Me extrañó verle cerrado, pero si pude fijarme en el moño negro. Entonces mi pareja se orilló, descendí del auto y pregunté al que atiende la farmacia de enfrente y me dijo que había fallecido el dueño. Me vine directo para acá, sin titubeos. Ya que mi hermano y yo compramos en esta Agencia por lo tanto estaba seguro que aquí lo velaban. ¿Pero dónde está el féretro no lo veo? Según me comentó el farmacéutico que murió anoche. Así es –dijo Gabriel- pero usted llegó tarde hace media hora se lo llevaron a cremar. En un rato más nos entregarán las cenizas. Le agradezco la información joven, ¿su nombre es? -Gabriel-
Mucho gusto yo soy Leticia. Bueno y… -interrumpió Roberto- porque Don Pedro nunca nos habló de usted. Pero Pedro el trabajador se acordó de la promesa que hiciera aquella mañana –soy una tumba Don Pedro-
Él y yo, estuvimos peleados durante varios años, aclaro que nada tiene que ver mi orientación sexual. Aunque sé de buena fuente, que él siempre inventó mi travestismo diciendo que trabajaba en Las Vegas. ¡Mentiras…! He vivido años en México, con mi pareja, un hombre de mucha lana. Con varios negocios. Vivo bastante bien. Eso le cayó en la punta a mi hermano. Les comento esto sin obstáculos soy Transexual y soy feliz con ello. Pero la verdadera causa del disgusto, fue que cuando el inició su talle rucho, era pequeño, él quería ampliarlo. Me pidió una fuerte cantidad –y me negué- siempre he dicho –no presto porque al cobrar me hacen un gesto- Desde ese momento nos dejamos de hablar.
Aguantaré estar aquí, mientras les entregan la urna con las cenizas. Después me retiraré estos lugares me desagradan y abaten. Pero sigan en lo que estaban. ¿No gusta un café? No gracias e…Ximena. No gracias Ximena. Así continué platicando con ella, los demás estaban en otros roles.
El sol estaba fuerte, en ese medio día una larga espera, pero tú -papá- no me quitabas la mirada de encima me comías con ella, creo te incomodaba verme platicar con Leticia. Después de tantas horas, quedábamos ya menos, podrían escucharse los murmullos que se impregnaban en la sala, los trabajadores se despidieron, no quisieron aguardar más, su último comentario fue: estamos cansados. Con la fresca Roberto, inquirió Gabriel. Nos dirás pasados los 9 días reglamentarios del duelo, quién quedó al frente del taller. Y hasta luego Rodrigo, digo…còmo dijiste que te llamabas ahora: Lety…para ti. Para mí ni madres respondió Gabriel, -adiós- Perdón soy tan coqueta, -soltó una pequeña risa Ximena- Abandonaban el lugar los susodichos trabajadores, se les veía aturdidos, era lógico. Es pesado velar. Sin embargo la plática entre Ximena y Leticia fue cada vez más hermanada. Se incorporó de repente; -saben qué- tengo que irme las cenizas de mi hermano están demorando, por lo visto llegarán para el próximo año. Calmate Leticia le contestaron burlonamente al unísono –Iván, Edgar y Lauro- haciendo una voz más que engolada, amanerada. Se los quería tragar Ximena, pero se aguantó mordiéndose el labio inferior. Mi madre solo explayó –está bien no te entretenemos que tengas buen día- Despuès de ese incidente tan desagradable de esos momentos en que se despidiera la ya conocida hermana del fallecido Don Pedro, ya cerca de las 15:00 horas le entregaban las cenizas a mi Padre. Me extrañó, y cómo no. Y no solo a mí a todos, la urna era redonda; parecía una caja de galletas. Al frente los años de vida del interfecto y su nombre solamente. Por lo visto me vi obligada a preguntar con una cara de extrañeza…¿y eso qué es? Ni preguntes hija, ya lo verás cuando la coloquemos en su sitio. Otra extravagancia del occiso.
De ahí nos trasladamos al taller. Cuál fue nuestra sorpresa que al arribar al mismo, estaba el abogado esperándonos, los trabajadores y un sacerdote que inició por bendecir la urna y el nicho. Esférico por cierto. Por lo mismos embonaba la urna como una pieza de rompecabezas. Más tarde concluida ya esa pequeña ceremonia, dio lectura al testamento el susodicho licenciado que no fue el mismo que extendió el acta de defunción. Buenas tardes me presento, soy Don Marciano, representante legal de Don Pedro; me permitiré dar lectura a su última petición, en vida. Siéntense por favor.
Ya pasado el protocolo de –Yo en pleno uso de mis facultades mentales heredo y por consecuentemente dejo al frente a Roberto quién fuera mi mano derecha por muchos años; y todo encaminaba hacia él- Así concluye mi obligación como abogado del susodicho interfecto, le felicito amigo, estrechando la mano de mi padre así finalizó la lectura de la última voluntad de Don Pedro. Los días siguientes, fueron un infierno silencioso. Te veías cansado y con ojeras, el insomnio del cómo dirigirte a los trabajadores no te dejaba conciliar el sueño. Nunca habías sido jefe, tú siempre fiel al pie de un mandato, ahora resulta que seré quién de las ordenes. ¿Cómo lo tomarán ellos…? Hay Papá pensando en voz alta de nuevo. Èl se le quedó viendo un tanto extrañado a Iván, raro se le hizo verle tan temprano en la cocina. ¿Cómo quieres los huevos…? Le preguntó su vástago. ¡ Con mucho cariño! Hay Jefe tú y tus chistes baratos. Rancheros ya lo sabes, y por qué no está tu Madre o Ximena haciendo el desayuno. Ya se te olvidó, fueron al centro a una casa de decoración, Mamá tiene una reunión con sus amigas mañana y necesitaba algunas cosas para los centros de mesa. Va hacer en grande, por lo que veo Pa’ Sí así es: Se reunirán ex¬¬¬¬¬ compañeros de la generación del tiempo de la preparatoria de Elena. Bien Papà cambiemos de tema, para empezar siéntate a desayunar ya está servido. Y tus hermanos qué, ellos ya desayunaron, se fueron temprano a sus deberes.
Qué te acongoja. Hoy es el día tengo que hablar con los del taller. Y no sé qué decir, -solo llámale al pan pan y al vino vino- carambas ahora resulta que tú vas a resultar más chingòn que yo. La mañana transcurrió de prisa, las horas no se detenían. Los claxon el tráfico, las personas en su ir y venir constantes. Todo era un insoportable ruidoso a sus espaldas. Arribò al lugar casi a las 15:00 horas. Hasta que llegas ya te extrañábamos –comentó Salomón- Tuve que dejar finiquitados unos detalles pero ya todo bien. Reúne a los muchachos en la sala de juntas, que suspendan lo que están haciendo. Por cierto Pedro no ha llegado. SÌ lo sé, tuvo que atender un asunto meramente personal mañana estará por aquí. En diez minutos los espero para ultimar él cómo quedó ya la nueva administración del taller.
Buenas tardes, tomen asiento por favor, lo que les tengo que decir es breve. No les quitará mucho tiempo. Mira Roberto déjate de palabrerías y ve al grano –comentó Gabriel- Está bien, Don Pedro testó en mi favor y me cedió los derechos del taller. El cuchicheo no se hizo de esperar, era una romería la sala de juntas. Silencio señores gritó Juan. Y sarcásticamente solo intuyó, dejemos que nuestro nuevo patrón, nos instruya el cómo vamos a trabajar. Para tu información, no soy el patrón. Todos se le quedaron viendo extrañados. Bueno sí soy –aclaro Roberto- lo que quiero decir sigo siendo su amigo, el de siempre. Trabajaremos al unísono para sacar avante el taller. Codo a codo. Y a partir de la próxima quincena habrá un aumento del 15% en el salario. Entonces las caras de aquellos rostros compungidos cambió, -por otro lado les reitero sigo siendo su camarada, pero no por eso dejaremos que el trabajo caiga-
Salomón y Pedro les encargo, poner al tanto y designar tareas y enseñarles si algunas cosas nuevas ellos por el momento ignoren; a los trabajadores de nuevo ingreso. Entonces señores caminaremos por un buen riel y no nos descarrilaremos. Pues ben no habiendo otro asunto que tratar, cada chango a su mecate. Y estaré en mi oficina para atenderles con gusto. Para cualquier anomalía y algo que quisieran proponer para mejora de nuestro equipo de trabajo, de favor con mi secretaria, la Señorita Bermúdez por escrito y a la brevedad serán atendidos. Lo mismo si tienen necesidad de salir por algún asunto personal o urgente. Déjenlo por escrito con mi secretaria y quien continuará su labor para que no me dejen ningún vehículo inconcluso. Nosotros vivimos de la clientela ellos son los que pagan salarios y gastos del taller. Y como dicen las televisoras los productores pagan. Jajajaja fue una risa general y comenzaron a desalojar el susodicho lugar.
Como te iba diciendo Gabriel
-desde que quedó al frente del taller Roberto-
No te detengas, continúa replicó Salomón. Todo ha marchado a pedir de boca. Es un ambiente más hermanado. Tan es así que podría asegurar que ya no somos un simple taller mecánico. Afirmaron con la cabeza Juan y Juan Carlos uno de los trabajadores nuevos que apenas hace año y medio tenía de trabajar con ellos. Es la hora del lonche, señores… tienen media hora. Más tarde proseguirán con sus labores les dijo Roberto. Su voz se escuchó en aquellas bocinas, como un eco retumbante. En eso estaban, ingiriendo sus alimentos, cuando llegase un chavo como de unos veinte años, flacucho, al punto preguntó por el encargado. Suba las escaleras amigo, la primera puerta a su derecha es su oficina. Su secretaria la buenona Bermúdez digo señorita Bermúdez lo atenderá. Sí gracias. Así lo hizo. Disculpe puedo hablar con… Primero salude joven. A sí perdón: buenos días. A todo esto tiene cita con el señor Roberto. No la verdad no, soy, Miguel Sacarías quería ver si tenían vacantes. Hasta donde se me ha informado ¡No…! Pero déjeme sus datos, y sobre todo la experiencia que tiene que debe ser por lo menos de 2 a tres años y nosotros le llamamos. Mire olvídelo terminé la carrera técnica en Mecánica Automotriz, qué experiencia puedo tener. COM permiso y muy amable. Ella le vio retirarse de la oficina un tanto tristón. Aquél muchacho abandonó el taller y de casualidad bajaba de su vehículo Roberto, y, pensando que era un cliente lo saludo. Buen día muchacho ya dejaste tu coche para que lo revisen –lo interrogó Roberto- he, no entendí es a mí. Pues no hay otra persona por aquí cerca. No vine a eso, busco chamba. Soy recién egresado de la carrera de Mecánica Automotrìz. Pero me informaron que necesito tres años de experiencia. Y sobre todo disposición de trabajar, o no es así –cómo dijiste que te llamas- No lo dije, pero mi nombre es Miguel. Bien Miguel yo soy Roberto, tu nuevo patrón. Acompáñame y no culpes a mi Secretaria ella solo recibe órdenes. Le dejarás tus datos y mañana te presentas conmigo para decirte quién será tu jefe inmediato después de mí ¡claro…!
Por favor Maite tómale sus datos y mañana se presentará a trabajar pero antes pasará conmigo para decirle quién le dirá que hacer durante sus horas laborales. A las 11 am es el lonche, traes para desayunar o sales pero no por más de media hora. Al salario afectan los retardos. Cualquier asunto me pasas las llamadas o que pasen conmigo si es urgente. Sí señor. El joven se quedó con ella, donde le hizo saber que documentación requería, y anotó sus generales.
Ese era Roberto bonachón a más no poder. Desemejante en su totalidad al Cacique de Don Pedro.
Era una noche tranquila, un tanto friolenta. Por lo menos para Roberto, él siempre tenía frío. Por lo menos ni cuando había calor se quitaba su chaleco, vestido siempre de pantalón de mezclilla, una playera, su bufanda, chaleco y una chamarra; así llegaba a laborar. No importaba el clima. Iba bien forrado. Sus compañeros en sus inicios le hacían burla, le decían -qué vienes del polo- pero con los años se fueron acostumbrando el verle vestido así. Perdón Roberto que entre sin anunciarme pero no vi a Maite. Sí, me pidió el día pero no te quedes en la puerta Pedro, adelante. ¿Cierro? Preguntó Pedro. Como quieras pero dime que sucede, traes una cara que parece que te espantaron. Los muchachos y yo nos preguntábamos; sé que ya ha pasado tiempo, quizás no quepa la pregunta. Mira déjate de misterios y habla ya. Está bien hay te va la bòmba… ‘cuándo pasé por tu casa y me ladraron los perros, quise agarrar una piedra y se’ ¡no mames ya suéltala! Perdón no te sulfures, era solo una broma. Queremos saber, si el taller quedó en tus manos, la casa y su camioneta quién se la quedó, o más bien a quién se las dejó.
Sabía que esa duda, quedaría en ustedes; pero no quise disiparla el día de la junta ya que era harina de otro costal. Pero no tengo ningún motivo de ocultar nada. Mientras dialogaban, tomándose una cerveza. Finalizó ésta incorporándose Pedro, así que mi tocayo después de todo, si le dejo la casa a esa mujer, incluyendo una cuenta en el banco con bastante lana; la que llegó encabronada, que suponía que lo de su fallecimiento era mentira. Claro como bien dices no sabía que estaba embarazada. Pero no puedes negarlo que la calló como anillo al dedo. En eso tienes razón mi buen ponderado Pedro. Bueno gracias por la información y la cerveza. No espera, no has respondido todo, ¿y la camioneta a quién…? A su hermano naturalmente, para hacer las paces según le decía en el testamento. Te agradezco la cerveza, sobre todo la indagación que dilapidó nuestra duda. Seguiremos trabajando, hay mucho que hacer y casi son las ocho de la noche, hora de cerrar. Por si no te veo al salir, nos vemos mañana. Así abandonó la oficina; al salir. Ya había regresado Maite, estaba en una llamada con un ademán y un beso en la mejilla se despidió de Pedro.
Si papá, este fin de semana descanso y voy a verlos. No te preocupes yo llevo la cecina enchilada y unos cebollines. ¡Què bien…! Vamos estar los ocho hermanos cada quien con sus familias, -por favor papá no vuelvas a lo mismo, disfruta a tus nietos y ya- ¿por qué no me he casado o juntado? Por que estoy bien así, más vale sola que mal acompañada En Guadalajara al otro lado del auricular… La verdad hija nos preocupa, eres nuestra única hija, la cuarta de siete hermanos, la verdad si sigues con esa actitud en lugar de hijos vas a tener nietos. Mira, déjate de chistes nos vemos el sábado y le colgó.
Ya han pasado tres años Papá, tres décadas en que le diste vida al taller… ¡Ximena! Papá. Cerraste la puerta súbito y…- Maite por qué no me dijiste que estaba mi hija con su novio- Perdón Señor ¿Pasó algo? No nada solo dile cuando salga que la espero en la sala de juntas. Si claro no hay problema. Ver a mi hija haciendo el amor –pensaba Roberto mientras se encaminaba a la sala de juntas. En eso salió Ximena con Martín. Nerviosos y un tanto sacados de onda. Y mi papá preguntó ella. La espera en la sala de juntas. Vete Martín voy hablar con él y te veo más tarde en tu casa. Así lo hizo. Mientras a ella, se le hacía largo aquél pasillo, ¿qué le digo…? ¿Cómo justifico mi pendejada? Carajo pinche calentura. En fin ya estoy aquí, tengo que enfrentar la situación ni modo; abrió lentamente la puerta, Roberto sentado en un extremo de la mesa, desencajado por cierto. Hola, -tenemos qué hablar- “espero que sí porque si nos ponemos a ladrar no nos vamos a entender” jejeje buen punto Pa’ tú bien sabes cómo son estas cosas tardaste en llegar, y pues las caricias y besos lo complicaron todo y, una cosa orilló a lo otro. Además no hay que espantarse ni ser tan persignados. Ya terminaste¿?. Ella se quedó con ese silencio que a veces pareciera estar en un hospital, donde solo el cuchicheo se escucha. Ya deja de murmurar Ximena, ahora me toca hablar a mí; no te preocupes que no es un sermón, desde que murió tu madre me alegré porque has colaborado con más ahínco en el taller, tus estudios han mejorado, pero eso no explica tu actitud de hace un rato, estudiar es tu obligación, quieres terminar esa Maestría de Administración Ocupacional, eso definitivamente lo blasono. Y lo que hagas con tus nalgas tampoco me importa, se supone que eres responsable, lo que sí no concibo que sea en mi oficina y precisamente en el Taller. Qué hubiera pasado si no soy yo quien entra, quizás Maite o alguno de los muchachos. Estarías de boca en boca y yo quedaría como un imbécil. Pero no te exaltes Papá si escucho. Pues espero que lo entiendas, que no te entre por un oído y te salga por el otro. Por lo pronto estás suspendida una semana. ¡Pero…! Nada de peros y a tu noviecito no lo quiero ver ni en pintura. Ya más calmado. Dicen “qué después de la tempestad viene la calma”
Vete a casa, por la noche platicamos. Ahora tengo varios asuntos que tengo que resolver. Salí casi de puntitas, como dice una canción. Recuerdo lo difícil que te fue aceptar a Martín. Ahora ya vivimos juntos, nos tenemos uno al otro y siempre estamos al pie del cañón para que el taller bulla y no se hunda.
Hola Ximena. Aquella tarde preguntó Gabriel por ti. ¿Y tú Papá? Acabo de verlo entrar al baño. Esperaré que salga tengo que platicar con él. Y puedo saber de qué se trata, y no es por metiche es curiosidad. No es nada grave, solo que unos de mis hijos se fracturó un brazo y mi esposa lo llevo a urgencias, al Seguro. Quiero pedirle permiso por unas horas, ir a casa a ver cómo está y regreso. Y qué haces aquí córrele, ahorita veo quien cubra lo que estás haciendo y lo concluya. Primero es la familia como dice mi papá. Si no regresas estará bien mañana nos vemos. Pero Roberto. Yo le explico no te preocupes. Se fue alejando despacito, volteaba en cada paso para ver si salía Roberto del WC. Ella le hacía un ademán con los dedos como apurándolo. Ella con una mueca como de risa, se tranquilizó al verle abandonar el taller. No fueron muchos minutos cuando ya Roberto salía del baño, entonces Ximena lo abordó: explicó brevemente el por qué le dio ese permiso al antedicho. Está bien hija sabes que no soporto las injusticias, obraste muy bien. Ahora necesito que vayas a los bancos hacer los depósitos mañana es día de cobro. Algunos otros encargos surgieron mientras nos encaminábamos a su oficina.
Elena mi amor, ya me voy. Si Rober; ¿vienes a comer…? Hay una junta de los avances del taller y de algunas anomalías que tenemos que subsanar. Pero vamos a cenar te pones guapa. En serio, espero no quedarme vestida y alborotado como hace unos días. Fue la última cena con Mamá. Enfermó al poco tiempo. No quiero recordarlo, encaneciste demasiado pronto. Pero tu vida fue entonces el taller. A veces tenía sus altas y otras sus bajas, como todo –Señor le puedo molestar- si dime Juan Carlos, esta pieza del Toyota que estoy afinando no ha llegado y ya lo tengo que entregar a más tardar mañana, tengo una semana de haberla solicitado. Deja lo veo con Valente, el de la refaccionaria, me comunico con él para que me diga del porqué de la demora. Y te pongo al tanto en un rato. Al ascender por la escalera, y justo antes de abrir para ingresar a su oficina, -Maite comuníqueme con Valente es urgente- Si señor en un rato le tengo su comunicación. Sí, Maite. Esta lista su comunicación. Gracias. Bueno Valente. De parte de quién -de Roberto servidor suyo-. Ahorita lo comunico permítame. Valente cómo estás, habla Roberto-que tal en qué te puedo servir- Te envié por Watsap la imagen a tu celular de una pieza que no nos ha llega y urge para mañana temprano, parece que Juan Carlos ya la había solicitado pero no la ha recibido. Es para un Toyota. Deja lo veo y te regreso la llamada. Está bien gracias.
Qué onda Juan otra vez en las nubes. Seguramente enculado. Ahora quién es ella. Una menorrea que, para qué te cuento Salomón. 60-90-60. Le comentaba mientras con sus manos hacía desfiguros señalando desde los senos de aquella. No quisiera interrumpir tus lascivos movimientos, pero tenemos trabajo y este vocho no se va arreglar solo, vienen por él dentro de una hora y, sabes que a Roberto no le gusta que los clientes esperen. Sí perdón ya casi lo termino. Pues apúrale.
Así muchas anécdotas que se han contado en tu entorno. Muchas papás, que me llevaría toda la noche y esta madrugada que comienza y no acabaría nunca. Ella todo aquello se repetía para sus adentros buscando consolarse así. Hubo momentos que quiso reprimir el tiempo, divagar en el largo proceso de su enfermedad y se repetía a viva voz, una y otra vez:
Ya han pasado tres años Papá, tres décadas en que le diste vida al taller.
Ya han pasado tres años Papá, tres décadas en que le diste vida al taller.
Ya han pasado tres años Papá, tres décadas en que le diste vida al taller
Sollozando finalizó – Ya han pasado tres años Papá, tres décadas en que le diste vida al taller. Fuiste un buen patrón. Honesto, compañero de los que trabajaron a tu vera, codo a codo. Todos están aquí para despedirte. Sé que decaíste desde que Mamá falleció, hace año y medio. Estarás con ella. Ahora te tocó a ti, pero te tengo noticias, el cuadernillo de visitas esta colmado. Lo sé soy una llorona, cuando debería ser la fuerte sobre todo por mis hermanos; pero no puedo ahora ¡NO…!. –Decía Ximena poniendo la mano sobre el féretro donde yacía el cuerpo inerte de su padre – y se han repetido estas palabras, las que en el velorio de Don Pedro no repiquetearon:
Tan bueno que era.
Siempre se mueren las personas buenas.
Asimismo se apartó del lugar donde descansaba Roberto, ese sueño eterno. Se sirvió una taza con café caliente, y… sintió una mano acariciar su hombro.
********************
/2019
FIN
¿De qué me sirve el cielo si me faltas?
¿De qué me sirve con su inmensidad?
Allá te espero, amor, para adorarte
por toda la eternidad (…)
Omar R. Chaparro A./ Jorge Avendaño L.
Después de la tormenta de anoche, me desperté con dolor de cabeza y un tanto mareado. El patio de la casa estaba repleto de hojas, el ambiente aún se sentía húmedo, por ende amaneció nublado. Definitivamente me deprimían las mañanas así. Ni un alma en la calle sólo el viento que alborotaba los árboles; Abban siempre Abban capricho de mis padres ponerme un nombre árabe, que significa Efímero. Hasta en los empleos lo soy, menos en el amor y el sexo. En mis cosas personales tampoco, me encanta coleccionar, sobre todo llaveros un pasa tiempo que hasta últimas fechas he seguido cosechando, pero en fin, esta mañana un tanto fría y aburrida. La hueva me llegaba hasta el cuello, con todo y la jaqueca puse en el horno unas palomitas de mantequilla para botanear y de la nevera saqué una cerveza, la destapé en espera que estuvieran las palomitas, Busqué en la televisión alguna película de acción, principalmente en NEXFLIX. Mientras me acomodaba en me tálamo, ya previamente adjunto un recipiente con las palomitas y en el buró mi cerveza. Estaba cómodo en calzones y descubierto en fin así duermo actualmente. Encendí un cigarrillo mientras iniciaba la susodicha película, escuché que tocaban el timbre de la puerta, pero la verdad le ignoré, quién podría ser a las ocho de la mañana, mejor no abro, -pensé-,no vaya ser un cobrador. Abban ya sé que estás ahí, quiero comentarte algo. Por el timbre de voz era una mujer. ¡Ya abre carajo hace un chingo de frío! A regañadientes me incorporé, le abrí valiéndome madre que estaba todo desalineado y en ropa interior. Pero sin pensar le dije, -Hay Almita no se te hace una hora impropia para venir a joder-. No sé si sea impropia –me respondió sarcásticamente- pero corre las cortinas, que entre luz, ve así está mejor. Báñate, arréglate que me vas acompañar. ¿a dónde…? Sabes bien que estoy de vacaciones; por favor amigo, a otro perro con ese hueso. Serán obligatorias o permanente; crees qué no sé, de tu último empleo te despidieron no tiene mucho. Por eso quiero tomarme mi año sabático, – fue lo último que dije y me dispuse a ducharme-
Mientras los minutos se engarzaban con las horas, el clima se iba templando, los primeros rayos del sol se veían, mientras ella extendía mis cobijas, me buscó también ropa para esa ocasión, para mí desconocida. Ya no hacía tanto frío, ella desde que llegó abrió las cortinas y la ventana para qué “entre la gracia de Dios y salga la calabaza” salí del baño con la toalla enredada a la cintura. Va servicio a la habitación ¡! Respondí admirado cuando vi que estaba mi ropa para vestirme sobre la cama. Y en la cómoda una taza de café humeando; caray Almita ahora sí qué tienes prisa, me visto rápido, me aliso el cabello, me tomo el café y nos vamos, no sé a dónde pero nos vamos. –ella sólo hizo una mueca de enojo- Mira apúrate, el tiempo apremia. Por cierto estuvo sonando tu celular, -no te apures ahorita veo de quién era la llamada- Cuando ya estaba casi listo; bueno amiga sólo pregunto ¿a dónde me vas a raptar…? Al VIPS de Echegaray sólo vamos a desayunar. Mientras la mañana se aclaraba más cada minuto, al mismo tiempo se escuchaba en la avenida, el pasar de coches, motos y camiones. El tránsito ya comenzaba a eso de las nueve de la mañana. Por otro lado entre sí y no salíamos, revisé mi celular para ver la llamada perdida, para entonces mis ojos se exorbitaron, aunque decía desconocido él reconoció el número. Sabes Almita voy rápido al baño y nos vamos. -¿Qué pasa Abban? Desde qué viste tú celular te noté algo nervioso; – no para nada, pero dame unos minutos ahorita platicamos-
Ingresé al baño, no estaba seguro si regresar la llamada o no; temblaban mis manos, sólo balbuceaba maldiciones. Sólo alcancé a expresar ¡carajo qué querrá ahora! Expresión que por lógica se escuchó hasta fuera del baño, pero ella nada dijo, se limitó a tratar de escuchar. Le preocupaba que tuviera algún problema de deudas o fuera alguna aventura, en fin la duda la corrompía. Mientras él después de pensarlo mucho, marcó aquél número. Del otro lado de la línea le respondieron, -bueno quién habla- Comandante Dinozzo, soy Abban usted me marcó. Mi amigo, me da gusto escucharle, necesito verle hoy por la tarde. Pero comandante yo ya me retiré, eso de ser espía es fascinante pero peligroso; además si mis cálculos son correctos tiene más de dos años de eso. Lo entiendo, no puedo confiarle esta misión a nadie sólo a usted. Estoy seguro que debe conservar sus armas, además si no me equivoco está desempleado. Se le ofrecerá buena paga y estancia en los mejores hoteles. Deje pensarlo unas horas y le regreso la llamada. Está bien Abban esperaré tu llamado.
Salí del baño un tanto aturdido. Sólo se me quedó viendo ella, e impulsivamente dijo –qué no le vas a jalar- O sí me regresé para jalar la cadena del WC. Vámonos entonces el VIPS nos espera. En el trayecto cuando íbamos en el taxi, el silencio era impredecible, mi pensamiento en recuerdos de aquellos momentos de peligro y acción me revoloteaban. Pero al mismo tiempo la duda era un obstáculo si volver o no volver. Qué sucede Abban, ni una palabra has dicho desde que salimos y no le quitas la mirada al celular. Seguramente es alguna de tus conquistas que quiere acostarse contigo y te incomoda decírmelo. No Almita es otra cosa un asunto totalmente personal. ¡Mira ya llegamos! Sonriendo dijo Almita y él a su vez al chofer, pare por aquí, ¿cuánto le debo? Son 80 pesos. Tome quédese con el cambio. Al arribar del vehículo, ingresamos al susodicho; una señorita muy amable nos preguntó, cuántas personas. A lo que respondí –sólo dos- ella inquirió – quieren mesa o en la barra- Mesa si nos hace el favor le respondió ella. La señorita por último para instalarnos sólo pregunto ¿gabinete o mesa en el centro? Yo pensando en la comodidad preferí el gabinete. Ya instalados, ordenamos y nos pusimos a platicar de todo, sin tocar el tema que a ella le ardía en la boca, que para mí era un malestar estomacal. Jajajajajajaj no puedo creerlo amigo, sí así fue, te lo juro fui yo quien renunció. Trabajar en un SEX SHOP no era lo mío. Sí te entiendo tenían todas las tentaciones a la vuelta de la esquina. Asimismo ya regresaba la mesera con las ordenes, nos las acercó y después nuestro jugos y nos sirvió café, dejo las cremas y el azúcar en una testa con unos bolillitos. Seguimos la plática que a la larga del tiempo fue subiendo de color, nos confesamos hasta el último detalle. Bueno Almita ya pido la cuenta y nos vamos… ella se me quedó viendo algo molesta y sólo replicó –ningún nos vamos- Pero por qué no te entiendo, por favor Abban déjate de pendejadas, te escuché titubeante cuando hablabas por tu cel en el baño, con un tal Comandante. Y qué es eso de qué me retiré hace más de dos años. ¿Te retiraste de qué? Somos amigos desde hace más de 20 años, no es posible que me dejes con la duda.
Y te repito no nos vamos hasta aclarar el punto. Todo fue silencio en ese instante como en un funeral, murmuré algunas palabras, -qué dijiste no escuché habla más fuerte- No es nada Almita, pero la verdad es complicado, no sé por dónde empezar. Lo más conveniente es por el principio –creo yo-. Lo entiendo, pero no aquí las paredes oyen; deja pido la cuenta y en casa platicamos. Pero deberás o sólo me estás dando el avión, – me crees capaz Almita- pues la verdad sí, para mentiroso e hipócrita no hay quién te gane. Con una mueca de una sencilla sonrisa, levanté la mano para solicitar la cuenta. Pedí un DIDI después de un rato, no tuvimos suerte de encontrar un taxi vacío; lo pagué con mi tarjeta, estaba agotando lo último de mi finiquito ganado del ya comentado empleo que renuncié. En el camino volvían ahogarme las palabras, no sabía cómo reaccionaría si le digo: No te preocupes Almita soy un espía, pero todo está bajo control. En qué piensas Abban, -en encender un cigarro para que me haga digestión lo que desayuné, pero ahorita que lleguemos aquí no se puede, sonreí un segundo- Sí claro, seguramente en eso pensabas, bueno ya casi llegamos.
Por fin en casa, quieres tomare algo. Una cerveza estaría bien, gracias. Las destape y le di una y a la mía apresuré un sorbo largo . ¡Vaya qué tenías sed amigo…! Sí un poco. El ambiente ya se sentía tenso, yo caminaba de un lado a otro como fiera enjaulada. Por dios ya siéntate, me estás mareando (grito perturbada Almita) ya suéltalo no creo que se tan escabroso, -está bien tú lo has pedido: Fui y quieren que vuelva a ser un Espía.
Ella soltó una carcajada, que retumbó entre las paredes, carajo si no quieres contarme está bien, pero no inventes o quieras involucrarme en tus fantasías. Entonces me aproximé al librero que estaba a un costado de la salita donde estaba sentada cómodamente Almita. Y girando el busto que tenía ahí de Sabines, se movió el mismo dejando ver una escalera y al fondo oscuro. Ella se quedó pasmada. Acompáñame a lo que yo he llamado mi Baty Cueva. Y trae tu celular para que te alumbres, disculpa si está desordenado pero con tantos años lo he descuidado. Pásale,- no Abban de ninguna manera tú conoces el camino, tú primero-. Así descendimos hasta concluir los más de 70 peldaños. Aguántame ni un paso más, no quiero te tropieces con algún objeto o mesa que no veas; sin embargo tu lámpara del tu teléfono te ayuda. Por aquí debe estar el interruptor para encender la luz y las computadoras. Sí aquí está. Lo sibí y todo fue fenomenal para ella; ¡guau! Esto es colosal; entonces es cierto, y aún hay más, no pierdas de vista este cajón. Apreté un botón y se abrió, revelando varias armas y unos chalecos contra balas al igual que cuchillos y navajas. Algunos lentes y relojes especiales para el espionaje. Hay amigo, cuéntamelo todo, cómo se hacen llamar, -para resumir te diré que trabajamos para el Interpol su nombre completo es Organización Internacional de Policía Criminal, nosotros somos independiente pero les trabajamos a ellos para asuntos definitivamente confidenciales, o lo que es lo mismo secretos.
Hay amigo la intriga me emocionante, diles qué sí y, seré tu compañera en esa empresa. ¡Qué…! Estás loca, no sabes a qué peligros nos enfrentaremos. Además no tengo tiempo de enseñar a una novata, sé qué sabes manejar un arma pero no en batalla. Aquí no le tiramos a patos de plástico ni platitos en el aire. Aquí van a ser seres vivos, o nos matan o los matamos. Repito sin miramientos, de ir, iré solo. Está bien, -moviendo sus hombros para atrás dijo- sólo te refresco la memoria, que de boquifloja nadie me gana. ¿Serías capaz de revelar mi secreto? Ponme a prueba amigo. Nuestras miradas se atravesaron un instante. Estuve a punto de mandar todo al carajo. Pero también tenía ganas de volver a la acción. Ya ni vuelta de hoja Almita, pero si te pegan un tiro y, quedas mal herida o lisiada –no me culpes- Juro por mi honor que lucharé contigo hasta el final. Además te tengo una sorpresa, hablando de secretos, tengo 5 años entrenando, defensa personal. Puedo defenderme. Sola. Está bien ya te veré en acción, las palabras son solamente un incremento de la realidad.
Ya todo quedó dicho, escóndete tras de ese mueble el que está contiguo a la última computadora.
Asimismo sin ninguna introducción se comunicó por video llamada, pero estaba de espaldas la persona, entonces creyendo que sí era el Comandante Dinozzo expresó. Comandante cómo está, ya lo pensé mejor; sólo dígame donde es la corrida. ¿Disculpe a quién busca? Soy el teniente Jacob. Disculpe lo confundí, no está el comandante Dinozzo. Está en una reunión y seguramente ya regresará noche. Pero es más fácil que lo encuentre por la mañana. Le gradezco yo lo busco. ¿Quién preguntó por él? –Mi nombre no importa yo le llamará al alba. Asimismo corté la llamada, me quedé un tanto pensativo; apesadumbrado al no concluir o más bien quedarme con la duda, de la empresa que se me iba asignar. ¿Qué sucede amigo? Preguntó ella, mientras salía de su supuesto escondite; regresemos, nos tomamos una cerveza te vas a tu casa y con las primeras horas de mañana nos vemos. Entonces ya sabré de que se trata todo este embrollo.
¡No inventes…! ¿Vamos a regresar por la escalera?
-Claro qué no- -Tengo un elevador- Ella se le quedó viendo con una mirada encabronada. Cálmate Almita, sé qué hay miradas que matan pero la tuya me está quemando. Si mi mirada te quema imagina lo que estoy pensando. No puedo creer que me hiciste bajar toda esa escalinata, si tienes otro medio. De qué te quejas, fue un buen ejercicio además fue padre el suspenso -¿o no…?- ¡Claro! Si tú lo dices. El ascenso fue rápido, llegaron a su destino, abrió éste y a su vez se movió un cuadro grande donde se apreciaban varios caballos, una pintura al óleo. Mira qué casualidad, da precisamente a tu aposento. Te soy sincero no encontré otra manera de ocultarlo. Pero voy por las Chelas, no tardo. Ella se acomodó en el lecho y puso una música en su celular un tanto sensual más qué romántica; se quitó el saco lo deposito en una silla de aquél cuarto, se puso cómoda. Él regresó con las cervezas, le aproximó una, le dio un sorbo a la suya dejándola después en el buró. De su cajetilla sacó un cigarro, lo encendió. Apresurando los hechos ella retiró el pitillo de su boca, acto después lo puso en sus labios le dio una fumada, dejándole el colorete en la colilla. Lo depositó en un cenicero adjunto y le dijo: quiero hacer el amor .
Al mismo tiempo igual su cerveza la dejaba a un costado de la cama, se quitó los zapatos de tacón alto. Él a su vez le quitó la blusa y ella su camisa donde floreció un tórax impresionante, también ella mostraba sus encantos, desde sus senos firmes; se enfrascaron en una relación sin nombre, donde los besos y las pocas palabras fueron el preámbulo, donde sólo hubo sexo y el derecho de volver acostarse.
Buenos días flojo, me estiré y a medias abrí los ojos. Bonita camisa te queda bien. Perdón amigo, no encontré otra cosa que ponerme, hasta que vaya a casa y me bañe. La mañana estaba templada, ya eran las nueve (am). Se pronosticaba soleado para este día. Me incorporé, y lo primero que hice fue echar un vistazo a mi cel. ¡En la madre ya es tardísimo! Mira el tiempo se nos vino encima. Ella soltó una risa y refirió un humor sarcástico –nada más el tiempo creo que alguien más se vino-
Se dieron un beso, córrele mi vida pide un DIDI yo te lo pago, me voy a bañar. Saliendo hablo con el Comandante y, cuándo regreses te tengo informada. Pero de verdad Abban no me vayas a salir con una jalada. No claro que no, -compañera- está bien me visto y ahorita lo pido. Tú mientras apúrate., eso hago ya no me interrumpas, te veo más tarde. La mañana empezaba a desvanecerse la tarde arribaba, ella llegó a su casa ya hace algunas horas; él toda vía no bajaba, se cuestionaba cuál sería su misión; la última vez estuvo a punto de perder una pierna. Cada vez que veía la cicatriz en el muslo, venía a su memoria aquella noche. Tenía que recuperar aquellos planos, fue un enfrentamiento entre balas cruzadas. Abban, qué hacemos no podemos entrar; tenemos que intentarlo hay que recuperar esos planos. Así lo hicimos, unos estaban en la puerta trasera y yo con otros ingresamos por el frente. Logramos penetrar, pero los traficantes no se dejaron intimidar respondieron de la misma manera. Cuándo creí que la victoria era nuestra, recibí un tiro en la pierna. Todavía cuándo me toco siento aquella bala que me quema por dentro. No sé cómo salí o quién me trajo aquella noche al hospital. Fue una noche de victoria y tensa. Eso pasaba por mi mente en lo que el Comandante Dinozzo me describía los hechos a los que me iba enfrentar.. ¿si comprendo..Abban? Ni una palabra perdón me distraje qué me decía. No puedo creerlo, ponga atención, recuerde que “el ratón callado se queda con el queso” Le resumo, Alexander va ser su contacto, -me suena a nombre Ruso- así es , él tiene en su muslo un USB con información clasificada que no debe caer en otras manos, con mucho cuidado haga la incisión para extraerlo, usted ya sabe cómo es este proceso. Si necesita ayuda envíeme un mensaje y estaremos con usted. Todo bien, -¿ pero cómo localizo a mi contacto?, Él se hospeda en el Centro de Coyoacán en un hotel, dónde te hospedarás también, éste es, City Plus Patio Universidad. Estará tu reservación a tu nombre, no veo problema ya que nadie te conoce. Por último el USB está en su muslo izquierdo. Suerte y cualquier cosa estamos en contacto. Está bien Comandante seguiré sus instrucciones; por cierto mi apreciado espía, me da gusto que vuelva a las andadas, les envié sus credenciales ya con foto de agentes del INTERPOL. Perdón Comandante la interrupción, dijo les envié o escuché mal. Es correcto eso fue lo que dije.
Pero no entiendo quién me va acompañar, quién va ser, su amiguita la novata Almita Rodríguez de la Serna. Y la de usted va decir Abban Jacobo Farah. Dígame cometí alguna indiscreción. No Señor ¡! Usted siempre al día. Sus credenciales ya no deben tardar, las haré llegar con un mensajero. Su contacto les espera hoy en la noche en recepción. Él estará vestido con un pantalón de mezclilla azul y una chamarra de piel negra. La contra seña será, {qué horas tiene} y él responderá [no tengo reloj] para entonces él emprenderá camino a su habitación y ustedes irán detrás a una distancia apropiada. Y ya en la susodicha realiza lo que ya platicamos, por favor lleve lo necesario, incluyendo anestesia. Sí Señor. No tenga pendiente ya empecé a empacar y estaré por allá o estaremos entre las 19 horas o las 20 a más tardar. Mejor después de las 22 que es cuándo estará ahí el contacto. Qué será el Teniente Jacob quién le contestó ayer, es de toda mi confianza. Estamos en lo dicho Comandante, esperaré mientras las credenciales. Pero tengo una duda, ¿quién le dijo o cómo supo de mi amiga? ¡Hay Abban! Ya te olvidaste quién te enseñó a ser espía. Tiene razón –Jefe- no me digas así –respondió molesto el Comandante Dinozzo – Eso era cuando trabajabas para mí de policía de Tránsito. Ahora mi rango es diferente. Sí tiene razón. Entonces esta noche empezará un nuevo capítulo de espionaje y definitivamente peligroso. Estaremos en contacto. Me retiré tranquilamente, refugiándome en mi habitación. Encendí un cigarro, mientras mi pensamiento fabricaba eventos de la encomendada empresa. Así el tiempo se fue pasando, dejé la mitad del cigarro en el cenicero y se fue consumiendo solo; sin pensar ya en las horas me quedé dormido, en eso tocaron el timbre, por ende no lo escuché, tocaron a la puerta con mucha insistencia, eso sí lo pude percibir, sin embargo muy lejos. Me paré de súbito que casi y tiro el buró. Voy, permítanme voy… grité desesperado. De afuera respondieron –traigo unas credenciales para el Señor Abban- sí soy yo, abriendo la misma un tanto agitado, le dije aquí estoy. Disculpe la demora pero me agarró en brazos de Morfeo. Aquí tiene tal como me las entregaron en un sobre sellado, que sólo usted puede abrir. Espere no se vaya quiero ver si son, -abrí el sobre con cuidado, las extraje y revisé minuciosamente- perfecto todo en orden, de propina le di 50 pesos.
Por mis adentros me dije, -esta mujer no puede llegar, ya son las 18.30 debemos salir máximo a las 20.30 de la noche, tenía que ser mujer, seguro fue al salón de belleza; va ni qué nos fueran a tomar fotos para una revista- así pasaron más horas y…
Hay me dormí, ¡en la madre…! Ya pasan de las 21 horas ya tendríamos que estar en camino. En esas estaba incorporándose del lecho cuando timbro en la puerta de su casa el timbre. Voy, voy. Gritó desde su cuarto. Mira hablando del rey de roma, porqué tardaste tanto. Seguro fuiste al salón de belleza, pero por lo que veo estaba cerrado. Ya terminaste con tu sarcasmo, para que te explique. ¿Quién crees que fue a visitarme, y cómo supo de mi domicilio? No lo sé no soy adivino. Además ya es tarde en el camino me cuentas. Pero traes maleta, qué extraño. De camino te cuento no dijiste. –sí tienes razón vámonos- Pero no vas a pedir un DIDI, -no- en esta ocasión nos transportará mi viejo coche amigo del espionaje.
Después de darle rápidamente una limpiada al susodicho automóvil, salieron de un garaje que estaba detrás de su casa. Y teniendo esta preciosidad de camioneta, me has traído en taxi. Qué malo eres. No me está permitido usarlo para viajes de placer, ni para ir de compras. Sólo para lo que nos atañe ahora. ¿Qué modelo es? –pregunto Almita- es un ACURA MDX. Ésta debe estar actualmente entre el millón cuatrocientos mil pesos. Qué padre llavero me encanta, Es cómo un libro abierto. No lo toques no se vaya activar la mini cámara. Igual en la camioneta tengos armas y otros aditamentos que ya te iré mostrando a su tiempo. ¡Hay Abban entonces debo estar con los brazos cruzados! Preferiblemente sí.
Frunció el ceño y se quedó callada. –tampoco es para qué lo tomes así, platícame lo que quedó pendiente- Al llegar ya veré como me las arreglo con el Valet Parking. Pero bueno, esa será llegando ahora sí soy todo oído. Pues mi tardanza fue por esta razón: me visito tu comandante, platicamos un buen rato, me dijo que tenía que cambiar mi guarda ropa, me dio dinero y me dijo es una prestación de la agencia; por otro lado me explico con detalle en qué consistía y al peligro que me enfrentaba, asimismo por último para no dejar ninguna laguna, me dijo está segura de poder ser la compañera de esta empresa del compañero Abban. Yo asenté con la cabeza por eso aquí estoy. Ahora comprendo, cuándo hable con él, me dijo que ibas estar conmigo, y mientras te enseñara todo lo que sé. Asimismo ya me trajeron nuestras credenciales.
Mira ya estamos llegando, se acercó uno de los del valet. Me tocó en la ventanilla, qué tal Abban soy el agente 0200 yo estacionaré su coche. Y el agente 0205 llevará sus maletas. Estos son nuestros números celulares, para que nos localicen. Descendimos de la camioneta le dejé las llaves al gente, Ya previamente había abierto el maletero y el otro agente sacó las maleta y las puso en su diablito y nos encaminó a la recepción. Buenas noches Señorita, -Señorita, señorita Laura-verdad—Sí así es, ¿tiene reservación? En eso la interrumpió el agente 0208. Yo atenderé al Señor Laurita, gracias. Soy el agente 0208; estas son las llaves de su habitación. Puede tomar el elevador o hacer ejercicio y subir por las escaleras. Almita ni tarda ni perezosa se adelantó a responder. Yo opto por el elevador; bien si me hace favor de firmar, así lo hizo él. Mientras se encaminaba ella al elevador y oprimiendo el botó lo pidió al piso deseado, mientras él dejaba el mostrador de la recepción del hotel.
Ya en el elevador le paso unas notas a Abban el agente 0205. Éstas son sus instrucciones, sin embargo sé que recientemente el Comandante Dinozzo ya le amplió más los detalles. Pero no está demás que le dé otra repasada. Ya llegando al piso, donde se ubicaba su habitación, caminaron unos segundos para llegar a la mencionada; gracias le dijo al agente y le dio 100 pesos de propina, sólo por si los estuvieran espiando y todo se viera natural.
Ya en la comodidad de cuarto se quitó la camisa, y abriendo su maleta sacó dos pistolas y unas granadas de un gas que adormece. Y le dio lo mismo a ella, se pusieron encima del chaleco ella la blusa y él su camisa. Abandonaron la habitación sigilosamente, se dispusieron a encontrarse con el ya mencionado agente Alexander; así bajaron por las escaleras, efectivamente –pantalón de mezclilla azul y una chamarra de piel negra. Lo único que no me informaron que fumara puro, guácala- se le aproximo con la contraseña en los labios pero dudaba. A ver si no me equivoco, disculpe que hora tiene, el interpelado respondió –no tengo reloj- se paró y se dirigió al elevador. A corta distancia lo siguieron Vieron en qué cuarto penetró. Le dieron unos minutos. Sin sospechar que en su interior dos hombres lo amagaron, entre esa trifulca se escuchaba hasta afuera. Entonces ellos corrieron, cuando un disparo los alertó. De una patada él abrió la puerta, pero era tarde le dieron un tiro en la cabeza y el muslo estaba abierto con saña. ¡Carajo se llevaron el USB! Espero y no lo puedan abrir tiene contraseña. Por lo pronto hay que tomar fotos, para ver si hay huellas digitales. En eso estaban cuándo de pronto dos vigilantes de hotel los sorprendieron. Levanten las manos, dije que le expliquemos somos de los buenos. Sólo queremos sacar nuestras identificaciones, este es un agente nuestro, nos iba a decir algo importante. ¡Dije que levanten las manos! No me obliguen a disparar. Está bien nada más no se sulfure, Mire, con cuidado sacaré mi credencial y mi compañera hará lo mismo, vea no mentimos trabajamos para el INTERPOL, -ya veo disculpen-. Entramos violentamente, porque escuchamos el disparo; explicó Abban.
Ya nos retiramos cualquier cosa que sepan de este caso, nos avisan esta es mi tarjeta. Oki doki. Chocando los puños me despedí del polizonte mamón.
Ya en el cuarto patee todo lo que pude y expresé todas las maldiciones posibles hasta desahogarme. Cálmate Abban recuperaremos el USB al precio que sea. Sí tan fácil como tenemos un chingo de pistas. Además qué carajos le voy a decir al comandante, Me va preguntar por los hechos de hoy. Mientras deja revisar las fotos que tomé con el cel. Quizás nos den algún indicio. Por lo que veo el tiro en la cabeza fue a quema ropa, – sí es lo que veo Almita, y por lo visto ya lo esperaban – Creo que alguien de afuera les ayudó entrar, lo que no entiendo cómo sabes que fueron dos, porque si te fijas ve la foto, en el rostro se le denota dolor, eso debió ser cuando le desgarraron el muslo para extraer el USB mientras uno lo detuve y le tapaba la boca; después lo callaron definitivamente con el tiro en la cabeza. Por desgracia, ya repase las únicas 5 imágenes que pude tomar no veo ninguna huella. Quizás usaron guantes de látex.
Pero ahora veamos las mías, Lo poco que logré rescatar de la habitación, quizás haya algún indicio que se nos pasó. Cuando apenas estaba por repasar las ya nombradas imágenes, sonó una llamada. Era ni más ni menos el Comandante en video llamada. Sonó varias veces. Contesta ya ¡!
Desesperada le dijo la novata. Comandante, qué tal su día. Su esposa está bien, sus hijos. Acá está haciendo un poco de calor, en (mirando el reloj vio qué iban a dar las 12) …ya casi de madrugada. Cómo dice qué le va. Ya basta de pendejadas Abban quiero saber si se completó la misión. La verdad ¡no…! Se presentó un contratiempo, mataron al contacto. A él ya lo esperaban en la habitación. Seguimos sus instrucciones, lo último que platicamos fue que él entraría solo a su cuarto y, después de unos minutos tocaríamos nosotros, así nos reuniríamos para completar la susodicha. Y qué pasó, vaya al grano carambas. Todo iba muy bien pero en eso estábamos cuando escuchamos un tiro, entonces de una patada abrí la puerta y al entrar él estaba tirado junto a un sillón, había mucha sangre cerca del cuerpo y su cabeza. Recibió un tiro en la misma y le abrieron con sadismo el muslo. Sabían por lo que iban, estaban bien informados.
Pero ya tienen algo en claro, o están en blanco. Estamos revisando fotos y, algunos detalles de las escena del crimen. La verdad la vigilancia del hotel no nos dejó ninguna alternativa para seguir indagando. No te preocupes Abban, revisen lo que tienen. Yo por lo pronto conseguiré una orden de arriba, a su vez se la enviaré al gerente del hotel con copia para ti, entonces si podrán revisar a fondo la escena donde se suscitó el crimen. Está bien comandante estaremos pendientes.. Envíeme la copia y aquí la imprimo. Mientras concluía la plática entre el comandante Dinozzo y Abban; ella seguía revisando sus fotos. Ya físicamente no en la lap-top ni en el celular Pues la verdad no encuentro pies ni cabeza a éstas. Espera deja imprimo las mías y vemos si no se nos pasó algo. Sé qué no son muchas pero algo nos dirán. ¡Eureka…! No había notado esto en la mano del occiso, ese papel lo vez seguro es de algún bar o Antro; parece una nota de pago. Vela bien y, separa la imagen a ver si ampliándola vemos qué dice.
Asimismo, con toda prisa como una buena hacker, separó la susodicha, y con presunción exclamó ¡no por nada estudié 5 años de programación en informática!, sí qué bueno que estudiaste novata, lo que importa es el resultado. Cálmate Jefe a eso voy -ella con una mueca respondió-. Aquí está es lo más claro que pude, lograr de esta imagen. Pero qué dice. “Bar El hijo del Cuervo”, está su ubicación, esa sí no se ve clara. Vamos a buscar primero si es aquí en Coyoacán, entonces dices que se llama el bar ‘el hijo del cuervo’ veamos aquí está; si es de esta delegación; se ubica precisamente en Parque Centenario 17, tomando su chamarra y la tarjeta (la llave del cuarto) vámonos, el tiempo es oro. Por lo tanto sin volver la vista atrás se dirigieron al lugar. Pero…Pero. Pero qué Alma. No vas a esperar el permiso para echar otro vistazo, a donde asesinaron al contacto –Alexander- Lo vemos de regreso. Tenemos que empezar por algo. Sabes creo mejor ir mañana, sinceramente amigo, qué tal si está cerrado. Son ya las 2 de la mañana. Por favor amiga estamos en el siglo XXI apenas está empezando la fiesta. Ya se percibía helado el ambiente, de esas horas, ella y él se frotaban sus manos por el intenso frío mientras esperaban les llevara el Valet Parking la camioneta. Ya en camino, la plática entre ellos fue tenue, miraban algunos parajes del lugar, interesantes ya que ambos la última vez que fueron a Coyoacán sería en su época de estudiantes. Entre risas y platica furtiva llegaron al lugar. Buscaron donde estacionarse lo más rápido posible. Al arribar al mismo, un tipo mal encarado los detuvo. Sus identificaciones, no hable tan golpeado que si escuchamos le reclamó ella; asimismo al extraer las mismas, el vigilante se extrañó. Aquí no vendemos droga ni bebidas a menores. No venimos por eso, es por él. Enseñándole Abban la foto del celular -¿lo ha visto?- Éste (titubeo) el vigilante, no lo recuerdo. Además vienen muchas personas, cree que me voy acordar. Deje pregunto a ver si los de la barra saben. Está bien pásenle. Ya en la barra, un señor ya avanzado de edad, bastante canoso, una barba templada y bigote ancho, nos preguntó -¿qué desean tomar?- Por el momento nada, le manifesté enseñando la placa de mi cinturón. En su defensa, dijo medio asustado –aquí todo es legal- Venimos por información, ha visto a este sujeto o lo vio anoche. Si claro es un cliente frecuente; y sí anoche vino como a las 19.00 horas, pero estuvo poco rato, después se retiró. No se fijó si hablo con alguien, o si lo siguieron. La verdad –no- porque la pregunta. Sencillamente, lo mataron anoche y estamos investigando. Como lo lamento, pero no tengo más información qué esa. Está bien si sabe algo más infórmenos le dejo mi tarjeta. Cuando ya se retiraban, el llamo por el teléfono del bar. Jefe ahorita van a salir dos polizontes, es un hombre y una mujer. Preguntaron por Alexander. Ya los vimos no creo que lleguen a su coche. Preparados muchachos tendremos fiesta. Ellos se encaminaban a su vehículo, pero por uno de los espejos de un coche alcanzó a ver él dos hombres que sacaban su fusca y dispuestos a dispararles. Cuidado él gritó, tomó del brazo a Almita y corrieron a refugiarse a un costado de una camioneta de carga, así empezó el tiroteo.
Esa madrugada se estaba volviendo un fastidio, los estruendos de los balazos por lógica tenían atemorizados a los vecinos que apreciaban la escena. Lo peor del caso es qué al celular de él le rozó un tiro por lo mismo no funcionaba. Y ella dejó el suyo en la camioneta. Estaban entre dos fuegos e incomunicados. Novata pida refuerzos, – ya no me digas así me siento incomoda- está bien cómo sea pero pide refuerzos; Se buscó, y se buscó su teléfono para hacer la llamada, sonrió con una sonrisa nerviosa, y eso a qué se debe; lo que pasa es que, – es que qué, apúrate no ves que son más y nos están encajonando- no es por nada Almita, nos van a dar un jaque mate en tres jugadas. No quiero que te enojes, – me voy encabronar si no haces la llamada- y lo soltó ya sin pensar. Deje mi celular en el coche, además tú tienes la culpa, por la prisa del corre y corre. Ahora sí te digo novata… o más bien estamos muertos esa frase última sonó con un tono taciturno. Pero mira se están yendo, ves la matricula, no tiene Abban. Es una camioneta pick up con vidrios polarizados parece ser de la Chrysler. De color rojo. Vamos rápido al coche hay que reportarla,-espera novata primero hay que estar seguros de que se fueron todos si no, nos van a cazar como pájaros- sí verdad, él la remedó con una mueca burlesca: sí verdad. Ya están arrancando, regresemos al bar sigilosamente. A la boca del lobo, qué estás loco. Ahí debe estar el soplón. Si no como dieron con nosotros. Buen punto, está bien Abban –te sigo- ya ni el ardor de la madrugada se sentía, estábamos tirantes ambos. El de la puerta como hace unas horas, no nos quería dejar entrar. Ya basta de pendejadas, hágase a un lado, sacó la fusca y se la puso en el cuello somos agentes federales y no estoy jugando. Las mujeres se pusieron histéricas y muchos de los que estaban en la entrada se retiraron de súbito al ver lo que estaba aconteciendo. Almita se adelantó y alcanzó antes de que huyera quien atendía la barra y lo amenazó poniendo su navaja en el cuello. Dígame con quién habló, no veo otra razón de que supieran que estábamos aquí . Y dónde van los de la camioneta usted debe saberlo. No sé bien sólo sé que hay una bodega abandonada donde se reúnen. Quiero saber dónde, sólo sé que es una carretera rumbo a Queré… En eso se escuchó un tiro y murió instantáneamente el cantinero.
Vio Abban una sombra salir por atrás del bar, corrimos para alcanzarlo, traía un pasamontañas, era difícil identificarlos. Pero vi que no protegía sus manos con nada, de uno de los tubos de un mueble tomé sus huellas. Quizás sea el medio para llegar a ellos. Pensé. Ya almita déjalo con esto tengo. Pero qué tienes, en el hotel te explico, creo que pronto estarán en mis manos. Además me consuela saber que no encontrarán la contraseña, entre tantas que sepan esta es un tanto diferente, está escrita en Alemán. Cuál es… lo siento Almita ni a ti te la puedo revelar me la llevaré a la tumba.
En el trayecto volvió a regir el silencio. Cada quién tenía su pensamiento fuera totalmente de la investigación. Ella recordaba la noche de pasión que pasó a su lado, aquellos besos intensos, de lengüita, evocaba las caricias bajo las cobijas, los gemidos rumorosos; mientras que él recordaba aquellos años de tranquilidad, sin tanto estruendo las tardes recostado en ropa interior, con una charola con buena botana, su cerveza y alguna película de acción o terror; -qué tiempos aquellos- alcanzó a explayar. Qué tiempos ¿de qué hablas? Cuestionó Almita. No, nada novata pensaba en voz alta. Asimismo se entrelazaron sus miradas, el mutismo era notorio. Mientras ella ponía un CD en el estéreo de la camioneta. Música para relajar, el regreso se estaba haciendo pesado por el tráfico; ella se quedó dormida, pero en un tope alto la sacudió y por lo mismo abrió los ojos medio aturdida. Qué…Qué pasa. Nada novata, ya casi llegamos. ¿A dónde? Explayó ella, éste no es el camino del hotel. Ya no estamos en Coyoacán, crees que soy tonta u qué. Lo sé Almita quiero ver las fotos en una computadora, no en una pinche Lap-top. Estoy seguro que algo se nos pasó. Por eso nos dirigimos a mi Baty cueva, Tenemos mejores pantallas. Me parece buena idea. Así continuaron hasta llegar a su destino. Condujo a la parte de posterior de la casa y metió la camioneta en el garaje. Subieron al susodicho escondite. Se disponían a ver las fotos. Cuando sonó una pequeña alarma instalada en la baty-cueva. Eso qué es –ensordece- no te muevas de aquí, revisa las fotos voy a ver quién entró a la casa. Seguro nos siguieron –dijo ella- él subió por el elevador para salir por su habitación.
Al salir a su cuarto, escuchaba pasos en la sala, el abatimiento lo envolvió, quizás era el estrés de todo lo sucedido unas horas antes. Nunca había sentido tanto miedo, como en ese momento. Por desgracia su sombra lo delató, dos tiros casi certeros, él se defendió como pudo, Almita a su vez estaba espantada, porque lejanamente podía percibir todo el desmadre. No sabía qué hacer, si subir o no subir para ayudarlo. Después de rato, surgió un silencio casi sepulcral. La curiosidad la mataba. Ya había transcurrido media hora, suficiente tiempo para qué él hubiese regresado. En eso estaba ella con su indecisión, cuando entro una llamada del comandante Dinozzo. Qué tal Almita, cómo va todo. Para empezar ya se dio cuanta no estamos en el hotel, estoy en el escondite de Abban. Algo pasó arriba él fue a enfrentarlos, se metieron a su casa, pero ya no escucho nada. Lo más seguro es que se lo llevaron, les conviene conservarlo vivo. Es urgente novata que tengamos algún norte, de donde puede estar, ya que éstos son asesinos. Y de una o de otra manera él no soltará la sopa –qué es la contraseña para abrir el USB, él dará su vida para que no caiga en manos enemigas la información-
Ella tenía razón, en la trifulca se enfrentó a dos de los que habían penetrado sin invitación; pero uno de ellos le pegó con la culata de su pistola y lo noqueo. Lo cargaron y lo subieron a la susodicha camioneta pick up roja; al entrar ella por la recámara, notó sangre a un lado del tálamo al principio se espantó, pero al ver que no era mucha pensó, -se lo llevaron herido, espero no sea grave- regresó a reportar lo visto al comandante. Perdón por la tardanza, revisé de polo a polo la casa, sólo vi tantita sangre cerca del lecho. Además, observé de reojo como arrancaban de prisa en la ya mencionada camioneta. A mí no me ha insinuado como era la camioneta. Es una pick up de la Chrysler color rojo, con vidrios polarizados sin placas.
Creo Señor si se mueven en helicóptero sería el mejor medio por aire, para no perderla. Al contrario, novata, pondríamos en peligro a nuestro compañero espía. Podrían matarlo antes de llegar a su escondite y, perderíamos la oportunidad de agarrarlos a todos. ¡Espere! Creo saber dónde tienen su guarida. Entonces diga lo que sabe Almita, cada minuto cuenta pueden estarlo torturando. Pues mire…mientras ella platicaba lo sucedido en aquél bar sobre todo las últimas palabras del que atendía el referido bar:
– En aquella bodega molían a golpes al espía –
Caray mi estúpido Abban, estás hecho un cristo. Se volvió un eco aquella risa burlona. Él reconoció a distancia aquella risa. No podría ser otra, más que tú buscada en varios estados de la república sobre todo en Veracruz. Catherine ‘la reina de los bares’ y seguramente tu achichincle –Magee- Qué bueno nos reconoció <respondió él sarcásticamente> Mientras tanto la maldad de esta mujer no se daba abasto. Ella ya estaba encabronada, -sabes qué sucede con ustedes los espías- se creen súper poderosos. Pero con un poco de aceite hirviendo en los pies hablarlas. Quítenle los zapatos y los calcetines., lo pararon en una charola grande de metal donde previamente había puesto a hervir aceite¸ Hayyyyyyyyyy, haaaaaaa. Los gritos de él retumbaban en aquella bodega hasta el punto que el interfecto se desmayó.
-cuando despierte me echan un grito, a mí también dijo Magee- Tengo otra idea para que hable este cabrón-
¡!YA LO TENGO COMANDANTE… Almita por video llamada seguía su plática:
Como le comenté el individuo antes de pelarse de este mundo, alcanzó a decir queré…si no me equivoco debe ser la carretera rumbo a Querétaro. Quizás en algunos baldíos o sembradíos localicemos esa bodega. Caray novata qué bueno que no eres tan pendeja, en 30 nos vemos donde inicia la carretera, asimismo todos nos impondremos una tarea que es la prioridad recuperar el USB y después a Abban.
El tiempo requerido no se hizo de esperar , se vieron como quedaron donde iniciaba la carretera a Querétaro; se fueron en caravana, ella abordó la patrulla donde venía el comandante. Hasta qué lo conozco no es tan federico como se ve en la pantalla, – qué pasó novata ya nos llevamos tan fuerte-
Perdón comandante fue un chascarrillo a sus espaldas. Mire ahí se ve una casucha o bodega no sé bien. Está bien daré la orden y nos estacionaremos a una distancia conveniente. Así lo hicieron unos se fueron atrás otros al frente, -despejado- despejado- esa era lo que decíamos según el cuarto al que entrabamos y estaba libre. Vámonos nos equivocamos, aquí no hay nadie. Los que viven aquí van a tener que arreglar su puerta y la ventana posterior rota. En fin continuemos.
Por otro lado la maleva mujer seguía interrogando sin piedad; mi apreciado y ensangrentado Abban. Estás dispuesto a cooperar porque tengo otros medios. Prefiero morir antes de darte la contraseña. Está bien cabrón te voy a dar gusto respondió ya eufórica la reina de los bares. Cuélguenlo de los pies, a ver si de cabeza se te aclaran las ideas; ya no te voy a golpear, ya vi que las torturas te valen madre y a mí en lo personal me aturden tus pinches gritos. Ya veré cuánto aguantas de cabeza, o si te mueres antes –con una risa depravada, se retiraron todos siguiendo a Catherine-
Después de varias horas, con unos gemelos dijo uno de ellos al comandante Dinozzo; hay dos cuidando la puerta, tienen toda la cara de narcos. Seguramente sí es aquí comandante. Después de tres horas y pico dimos con el lugar. Eso espero novata, hay que rescatar a Abban y recuperar el USB. En tres, entramos en acción con señas les dijo el comandante. Por lo tanto asimismo comenzó el tiroteo. Mataron a los hombres de la puerta. Adentro sólo estaba ella y seis hombres armados hasta los dientes. El enfrentamiento duró bastante rato. Despejado comandante dijo Almita, creo que esto terminó. Él vio a un hombre tirado junto al pilar, es su mano tenía el USB. Él a su vez lo retiro de la misma; agonizaba ese hombre, lo reconoció y sólo expreso Magee. Entonces debe estar ella, ¡búsquenla entre los caídos! No comandante son puros hombre dijo uno de ellos. No dejará de ser fugitiva y escurridiza. ¿A quién se refiere comandante? Preguntó Almita…
-A Catherine mejor conocida como la Reina de los Bares-
Es buscada en varios estados de la república mexicana inclusive en algunos países como Colombia y Venezuela. Tú debes saber a dónde fue, zarandeándolo interrogó al ayudante de ella que estaba agonizando, por lo mismo ya nada dijo sólo suspiro y murió entre sus brazos del comandante. Almita mientras recorría el lugar, de pronto gritó aterrorizada. ¡Comandante venga pronto! Todos corrieron a donde estaba ella. Abrazó entre sollozos al comandante, la razón era obvia: Abban estaba de cabeza con los ojos desorbitados, los pies despellejados. Estaba muerto. Tú comunícate con el médico Forense; explícale la situación y que traiga una ambulancia. Si Srñor respondió el interpelado.
Por lo pronto bájenlo y recuéstenlo ahí en el suelo. Almita no se le despegó, en los 40 minutos que tardó en llegar la ambulancia con el Médico. Bien qué tenemos aquí, o para qué soy bueno mi buen amigo Dinozzo. Para que atienda a mi camarada Abban, y saber cuántas horas tiene de muerto. Es difícil ahorita dar un diagnóstico, tengo que llevar a cabo la autopsia. Mi Médico Gabriel Palmer, sabes lo que harás con este hombre por eso te lo confío.
¿Pero por qué autopsia? Entienda Almita es lo que manda la ley, no murió en un hospital como para que le extendieran un acta de defunción. Además, comentó el doctor Palmer, este hombre falleció, quizás por la tortura, y… perdón se me pasó comentarte estuvo de cabeza así lo encontramos colgado de esa viga. Más a mi favor, pudo ser la causa de su muerte, porque no se ve a simple vista ningún golpe contundente ni herida de bala. Será examinado como cualquier hombre, fallecido fuera de un hospital o su hogar.
Disculpen (dando punto final a la controversia dijo Almita) pero no es cualquier hombre- respondió entre lamentos-. Es el hombre de quién me enamoré.
FIN
El vecindario donde vivo, siempre ha sido basto; tiene un centro comercial, con los servicios básicos y para variar una iglesia. Desde mis primeros años de vida, conocí aquel templo, ahí mis padres me llevaron a bautizar; todos los domingos íbamos a escuchar la palabra del sacerdote, muchos dicen la palabra de Dios, pero yo a Dios no lo conozco. Y sí me satisfacía con cierto alborozo, esos domingos; ya que afuera de la misma había gran vendimia, por supuesto de comida y yo siempre fui muy comelona. Recuerdo a Pia mi madre, ese gesto de satisfacción cuando daba la limosna; y Patrick mi padre siempre trajeado, era una presunción insoportable de ambos. Entre semáforos, el tráfico y una que otra mentada de madre, sobreviví a la monotonía diaria. La pared roja de la fachada de la casa, que nunca mi padre quiso la repintaran, vivíamos en el número 27 de aquella calle sin nombre. Así fueron cursando los años y, mi vida se volvió una novela policiaca, sería un abril del 2011, tendría quince años; no me quejo mi cuerpo era escultural. Fui precoz desde muy niña, el internet fue el culpable de abrirme los ojos, la verdad fue lo mejor que me pudo haber pasado; ya estaba harta de –Miranda tráeme mis lentes- -Miranda ¿ya hiciste tu quehacer? – Miranda para arriba, miranda para abajo, no es por nada, pero me traían como calzón de puta. Hasta que un día me revelé, entonces pasó aquello que no olvido, perdí la virginidad, tenía quince años, lo conocí una noche, sin embargo, reconozco que ya lo había observado otras veces en la acera de enfrente, recargado en el poste de luz, fumando se veía raro y tambaleante. Las primeras veces que platiqué con él no le entendía mucho; su voz era entre cortada, hablaba con puras groserías. Volviendo a lo de aquella noche, que mis padres salieron a una fiesta y me quedé sola en casa, me asomé y desde mi ventana con un ademán lo saludé, él a su vez respondió mi saludo. Quizás fue una locura, pero lo invité a pasar, él estaba fumando un churro, yo viciosa al fin de la gaseosa, tomaba mi coca cola bien fría. Charlamos un buen rato, vimos una película sensual en mi laptop, por la misma razón el ambiente y mi diminuta falda lo encendió, sin pensarlo comenzó a tocarme, ¡claro…! Yo no puse resistencia, para mí fue algo nuevo y rico. Dejé que continuara, aquella travesía fue intensa. Él venía preparado, fue cuando en lo personal tuve por primera vez un condón en mis manos. Todo sucedió en el momento justo. No fue una violación, fue consensual; cuando estaba a punto de abandonar la casa, se escuchó un trueno. Escuchas Labib, están tronando cohetes y aun no es el mes patrio, ¡calla niña, calla! Ese no es un petardo, me reprendió bruscamente. No salgas. ¿Por qué…? Pregunte en voz baja. Ese fue un balazo, pendeja. Desobediente a más no poder, si mis progenitores ya no me controlaban, menos él.
Me asomé, cubriéndome un tanto con el zaguán, pero sí alcancé a ver la silueta de una persona justamente a la vera del poste donde siempre estaba, quién ahora me hizo el favor y se lo agradezco. Se acercó con sigilo él, levantó al susodicho, en eso llegaron dos policías y una patrulla, no sé quién les avisaría, por la vestimenta y por su estado inconveniente, lo culparon de lo sucedido en ese momento. Lo que sí le escuché gritar molesto. Ahora qué cabrones, fueron unos tipos de una camioneta negro, no pude ver las placas estaba oscuro, yo soy inocente, y, no permitiré que me lleve la verga. Pero nosotros sí te vamos a llevar en esta patrulla, y mejor ya guarda silencio todo lo que digas puede ser usado en tu contra.
Esa madrugada fue la más larga, no podía conciliar el sueño, tuve insomnio hasta las 6 y media de la mañana que arribaron mis padres, al escuchar la puerta me tapé y me hice la dormida. Mientras subían las escaleras, se escuchaba sus risas, mi madre sólo decía Patrick estate quieto, deja que estemos en el cuarto; de todos modos, hechó un vistazo en la habitación de Miranda; me percaté de reojo que había un calcetín en mis cobijas, me iba a incorporar a quitarlo cuando la puerta se abrió; de un manotazo lo aventé al suelo y ronqué un poco, gurrrrr. ¡Qué bueno está dormida! Exclamó mi madre. En cuánto ella cerró, me paré de boleto a esconder el calcetín. Qué la verdad, olía a madres. Pensé, mi primera vez y tenía que ser con un adicto y quién sabe cuándo se bañó. Pero en qué estoy pensando, él está en el tambo, yo estoy atada de manos, si hablo habrá muchas preguntas. Y mis antecesores se van a decepcionar de mí; claro eso me vale madre, ya sé, por qué no lo pensé antes, le mandaré un mensaje a Valeria, ella nunca me ha dejado sola, somos buenas amigas.
Empecé a escribirle por WhatsApp: amiga necesito tu ayuda, me metí en un pedote y no sé cómo salir de él.
¡Valeria carajo por qué no respondes!
Me regresé al tálamo, deposité mi cabeza sobre la almohada, y aunque no lo crean logré dormir unas horas. Lo que me despertó a las 11 de la mañana fue mi cel. Bueno, toda adormilada respondí. ¿Qué pasa? Tu mensaje sonó urgente. Pinche Valeria. No me respondías. Estaba en una sesión de sexo oral con una hembra que conocí anoche en un bar. ¿Y qué tal…? Si te platicara sería un cuento narrativo y sumamente erótico. Y cómo se llama tu nueva conquista; la verdad no le pregunté, y no fue una nueva conquista, sólo sexo amigo sólo sexo y nada más. Pero ya ve al grano amiga. Primero, una noticia que te va a encantar, ¡ya perdí mi virginidad! Pues da aviso en objetos perdidos, jajaja; perdón amiga es un simple chascarrillo; pero no me digas, deja adivino, fue Juan, Romualdo, el chimuelo como se llama este ¡ah sí! Sergio. Ya párale amiga vas agotar el abecedario, no es ninguno de los que conocemos; como inicio te diré que es mucho mayor, por lo menos debe tener unos 25 años. No mames Miranda, ¿por lo menos usó preservativo? ¡Claro Valeria! Pero olvidemos los menesteres sexuales y hay te va la bomba, del motivo del mensaje urgente. Labib, me suena el nombre, ese tipo lo conozco siempre está frente a tu casa, drogándose, que bueno así me ahorras la explicación larga, él fue; pero… no digas nada amiga, escucha después de la pasión desprendida, cuando él ya se iba escuché un tronido, bastante fuerte, ya al principio pensé que era un cohete; pero él me hizo ver que no, resultó ser un balazo. Grosso modo, explicó lo sucedido. Cálmate Miranda, es posible que hablemos con Sebastián, él tiene un primo que es abogado, quizás nos aconseje. Más tarde platicamos.
¡Escuchen ya les dije lo que sé! Ya tengo horas en este cuarto, me estoy asando, no chingen. En eso se abrió la puerta, entraron dos tipos mal encarados; ya cálmate chillón, somos los detectives de homicidios Regino y el comandante Jenaro. Vamos a ser, claros, el problema. Primero toma asiento, y deja de dar vueltas pareces fiera enjaulada. –No gracias así estoy bien- ¡Qué te sientes con un carajo! Le gritó Genaro. NO pos’ así por las buenas. Te decía, que tu historia es un poco vaga, el modelo minivan de la Chrysler que describes parece ser que es de los noventas, y, color negro con franjas plateadas ¿estoy bien? Con una voz entrecortada y casi desganada respondió; sí ya se los dije. Al unísono los detectives enfurecidos le explayaron; habla más fuerte cabrón. Que sí ya les dije que estaba oscuro y no pude ver la placa. Mucho menos a los que la abordaron, tenían chamarras con capuchas. Sólo escuché que a uno le decían “El Guano”. Y fue clarito, le decían súbete Guano ya traes el portafolio. El problema en este asunto, no podemos soltarte y para tu buena suerte la transparencia del caso, indica que eres inocente. Entonces no entiendo por qué sigo aquí. Vas a ser la carnada; el hombre que mataron, era un científico de renombre, se suponía que estaba al cuidado por unos policías; que, si te diste cuenta, llegaron poco después del tiroteo. A los antedichos, los detuvieron una cuadra antes, un camión de redilas que se atravesó, suponemos que el chofer de ese camión estaba en combinación con aquellos. Ahora bien, ¿cómo te llamas? –Labib- pues bien Labib, si quieres puedes irte, no hay delito que perseguir, es un favor que te pedimos, esos planos que hurtaron, son para controlar a distancia las bóvedas o puertas de seguridad de bancos, inclusive de lugares de importancia de la nación.
Además, tenemos una pista, “EL GUANO”; es el jefe de una banda que se hacen llamar los –alacranes-quiero que quede entendido, si divulgamos la noticia que tenemos al acecino y ellos te ven salir con nosotros esposado. Quizás busquen la manera de recuperar el resto de esos planos que les faltan; y que se encuentran en la caja fuerte, en casa del finado científico. Pondremos guardias en su casa, y a su esposa la sustituiremos por una mujer policía. Tu llevarás una boina y con que, agaches la cabeza no verán tu rostro. Quizás que muerdan el anzuelo. Y si no lo creen ¿qué? Me pudro entre rejas. Está bien tú ganas, Genaro burlonamente abrió la puerta, concluyendo, de todos modos, tendremos que dar la noticia de que te escapaste y, tu vida valdrá menos que un peso. ¡Esperen…! Está bien no tengo otro remedio que aceptar.
Riiiing, riiing. Ya voy qué escándalo. Abrió la puerta Miranda., traía sólo una bata, se estaba levantado, apenas, traía un calzón diminuto y sin sostén ¡Amiga, me acabo de enterar! Me llamó anoche Valeria. Estaba compungida, ¿cómo estás chiquilla hermosa? Bien Melody, apenas hace unos días nos vimos, en la fiesta de tu amiga la transexual. Sí, es verdad Miranda. Qué loca fiesta. Mientras seguían su charla, recordaron pasajes de aquel reventón, que tenía menos de dos semanas del suceso, donde a media sala había de todo, sexo al aire libre la mayoría gays, algunos heterosexuales besándose y algunas Lesbos disfrutando al más no poder, sin faltar la cerveza y la droga. Pero, bueno qué has sabido de tu amigo el narco, el que te cogió según ya me enteré, perra. Todavía nada, y, eso me tiene con los pelos de punta. Esto ya se está volviendo una película de terror; cálmate Melody, ahora sí haces honor a tu nombre, no seas melo-dramática. Ambas soltaron una carcajada.
La mañana declinaba con rapidez, ya se escuchaban los cláxones y algunos peseros que pasaban, en virtud de que adelante estaba la parada de los mismos. Aun siendo sábado, algunos trabajan en fin der semana, sobre todo en los supermercados o tiendas. Era entendida la muchedumbre y el tráfico. Próximo del domicilio de Miranda había un cine y el Centro Comercial, activo éste desde las 7 de la mañana. ¿Ya estás lista Miranda?, preguntó Melody afuera del baño. Luego te masturbas, nos está esperando Valeria en el café “El Mocho” – ¡qué nombrecito! Siempre me he preguntado el porqué de ese nombre. No estás tú para saberlo ni yo para contarlo amiga, el nombre es porque su padre siempre traía con el cabello muy corto, a Serapio el dueño del café. Eso significa “MOCHO”.
¡Ah! Gracias por la información.
Hay Valeria perdón la tardanza, pero esta mujer tarda más en bañarse que yo cagando. Qué pediste, yo la verdad preferí una cerveza. Eh, tú niña tómanos la orden; mientras Valeria encendía su cigarro, nosotras ordenamos dos capuchinos y una rebanada de pastel de moka; ya suéltalo amiga, me tienes en ascuas; como te dije ayer por la mañana, le comenté a Sebastián. Él a su vez, sin esperar más se comunicó al bufet donde trabaja su primo. Qué por cierto está como paco… ¿cuál paco? Preguntaron ambas, cómo pa’ cogérselo. Hay Valeria desde hoy, dijo Melody, te llamaremos –espermatozoide- ¿por qué? Frunciendo el ceño preguntó. Hay amiga, si no sales con una jalada, sales con una mamada.
Bueno ya, basta de bromas, qué te dijo tu amigo, de que le informara de lo que ya sabes a su primo. Todavía nada, hoy por la tarde se presentará en la comisaría, como representante legal de Labib. Más tarde estará en contacto conmigo, entonces ya te pondré al tanto Miranda. Estuvieron varias horas más en el café, como grandes amigas y confidentes, sabían quién andaba de pelo suelto, o de que color era el calzón de la más ponzoñosa.
Buenas tardes, usted atiende aquí. Sí, qué se ofrece. Mire, extendiéndole una tarjeta al individuo, le respondió, soy el licenciado Remigio represento al bufete: Alcántara y Alcántara, abogado del señor Labib, que sé, está detenido en esta comisaría. Quisiera hablar con mi cliente. Deje le comento a mi comandante, para que hable con usted. Entró a esa oficina, donde se podría ver a la persona a través de un ventanal por donde ingresó, era una puerta de maderas un tanto carcomida; habló con un señor ya mayor, canoso y medio pelón, parecía lampiño. Salió con el polizonte que me atendió. Es usted, dirigiéndose a mí, el abogado que viene en favor del detenido Labib; Remigio a sus órdenes, del bufete Alcántara y Alcántara; todos los adornos que usted quiera ponerse, pero en este caso no son requeridos sus servicios. ¡Cómo qué no! Todo acusado merece ser defendido. El comandante Jenaro le explico. No hay delito que perseguir, pase a mi oficina y le daré detalles, así lo hice y platicamos unos breves momentos, pero sustanciosos. Quedé entonces conforme y me retiré.
Valeria ya iba por su cuarta cerveza, se quedó sola en el café, estaba terminando un resumen para la conferencia que iba a exponer en la Universidad Hispanoamericana, sobre la problemática actual de las enfermedades venéreas, principalmente el VIH; cuando ya había subrayado los puntos básicos, timbró su celular, era lo voz de José José con su afamada canción 40 y 20 (esa era la música cuando entraba alguna llamada) No sé si era alusión. Pero, en fin, esa será otra historia.
No sabía si contestar, era desconocido el número; pero se animó. Sí diga, ¿Valeria? Sí a sus órdenes ¿quién habla? Buenas casi tardes, soy Remigo el primo de Sebastián. Qué tal, son buenas sus noticias licenciado. Y cuánto nos va costar. Primero lo primero, no fue necesario mi intervención, -no entiendo- déjeme hablar y entonces comprenderá, el asunto está así, se llegó a un acuerdo con el detenido, por esta razón. Después de unos minutos quedó el asunto concluido. Gracias licenciado le agradecemos mi amiga y yo, disculpe la molestia. Le mandaré un mensaje a Sebastián para agradecerle. Y no es molestia, cuando gusten aquí estoy, hasta luego.
En cuánto colgó, entró otra llamada. Bueno; que bueno ni qué madre Valeria, ya viste las noticias. Salió esposado Labib, qué carajos hace Sebastián y su pinche primo. Quieres escucharme y cállate carambas, todo fue un ardid formulado por los detectives de homicidios, con la colaboración de Labib, él no está acusado de nada. Es para poder recuperar unos planos, e impedir que se apoderen del esto que están en una caja fuerte y, atrapar a los verdaderos asesinos, que dieron fin a la vida de, no recuerdo su nombre, científico. Eso es todo, – de verdad amiga-no me mientas. Te hablo en serio Miranda, me llamó hace unos minutos el primo de Sebastián un tal Remigio, eso fue lo que me dijo, ok, ya estás tranquila. Sí, Valeria, me quitaste un peso de encima. Pero estaré mucho mejor, cuando esto concluya. Hola mi vida, le dio un beso en la boca, una mujer de buen ver y apetitosa; Tengo que colgar amiga, ya llegó por quién lloraba.
La tarde siguió su curso, un chubasco se soltó, y aquellas damas, abrieron sus paraguas y corrieron dirigiéndose de, prisa al coche de Valeria un Fiat 500C, azul eléctrico. Qué coche Vale… me gusta mi vida. Más qué yo, no claro qué no. Terminaron en un Motel; suficientes tres horas, antes de la conferencia que estaba ya en puerta. Tocaban sus sexos, con maestría, se desnudaron lentamente. Vibraban entre cada espasmo, se entregaban con alborozo, aquella desconocida era más chica de edad que Valeria. Después sólo quedaba la silueta de sus senos, y el humo del cigarro que expulsaba Valeria, permanecía el aroma de sus sexos aún en la habitación, de ese motel que les sirvió de escala. El diluvio había cesado, se despidieron calurosamente, aquella se quedó en la puerta de un metro y Valeria no tuvo más remedio que ir a dar su ya nombrada conferencia.
¿Alguna pregunta? –Sí, levantó la mano una alumna. Estaba aquel auditorio a reventar. Valeria al ver el entusiasmo de la susodicha pidió de la manera más atenta que alguna de las edecanes, le acercaran un micrófono a la señorita. Así lo hicieron. Usted dijo que al mamar conocido como sexo oral se puede contraer también enfermedades; así es (respondió) se les conoce como infección de transmisión sexual. La enseñante inquirió -entonces a él se le pone un condón, pero la verdad no sabe igual-. Se escuchó una carcajada general en el auditorio. Por favor silencio, esto es serio. Prosiga. Pero y nosotras qué… o sea cómo evitar las enfermedades que usted ya enlistó; retomando sus apuntes dijo la discente, como:
Y otras más. Mira es muy difícil la respuesta, en el caso del preservativo debe ser de poliuretano preferentemente, y quién haga el sexo oral, ya se responsabiliza de tener una buena higiene bucal; no tener alguna enfermedad de la garganta, como por ejemplo faringitis. Lavarse bien los genitales antes y después del sexo oral. Eso es lo recomendable. Hay, profesora u, lo que sea; usted está como los profilácticos para las embarazadas; usted cree que, a la hora de la hora, se va acordar uno de tantas cosas; la calentura no se lee se siente. Fue un aplauso masivo, así concluyó la conferencia.
Hola, aquí está su desayuno. Sí le cumplieron amigo, jugo de zanahoria, chilaquiles rojos, con carne asada y bastante cebolla, y unos cigarros para el desempance, gracias mi cuate; ¿no sabe cómo va este asunto?, la verdad ya me aburro; y luego el escusado aquí junto, huele a madres. No. Además, no estoy autorizado para dar cierta información. Espere a que venga mi comandante o Regino el otro detective de homicidios. Está bien no tengo más remedio que estar aquí en la sombra.
Hola Sebas…podrás venir por mí estoy fuera del bar Casa Blanca; te envío la ubicación. Caray Melody, te escuchas muy mal, en quince minutos estoy por ti. Cuando él llegó después de 20 o 25 minutos de aquella llamada de la interfecta, la encontró aun chupando, vámonos Melody, -primero que pague amigo, inquirió una de las meseras; ¿cuánto debe? Deje le hago la cuenta, son 1500. ¡Madre mía…! Ya casi te acabas la cantina Melo, en fin, tome mi tarjeta y cóbrese. Le acercaron la terminal y así concluyó el pago. Salieron de ahí, y él la llevó, pero no a su casa si no la de él. Conocía la reputación de su Padre, de una madriza no se hubiera salvado. Llegaron, bajo de prisa para abrirle la puerta, -qué, yo puedo sola, acaso crees que estoy muy peda- entraron al hogar de Sebastián, ella luego, luego se aproximó a la recámara y se fue desvistiendo como pudo, la observaba, ella sin pena no vergüenza se recostó, ya en calzones y sostén. La lasciva mirada de él, no engañaba a nadie. Ella lo notó, y con un ademán coqueto le llamó. Le sugirió en voz baja; desvístete, ponte cómodo esta es tu casa. Él, sin nada que pensar, lo hizo, se recostó a su vera. Abrázame, por dios, pareces tonto. Esto no está bien Melody, mejor vamos a dormirnos. Ella volteo y le puso la mano en el miembro, que ya empezaba a reaccionar, ¡Dormir! Ni madres yo no desperdició todo este trozo de carne. Esa madrugada, se la pasaron cogiendo, hasta que los sorprendió la luz del día y lograron quedarse dormidos.
Qué tal, Melody. Sebastián, no sé qué decir lo… bueno ese encuentro sexual. Le puso la mano en la boca y le dijo, no digas nada estuvo rico, eso es todo. Por cierto, raro verte caminar en un parque y a medio día. Es qué quise distraerme, el problema de Miranda con su amigo, aunque parezca mentira me preocupa. No te aflijas mi primo está al tanto; parece que no pasará de hoy, para que caiga la banda. Según supe, han estado merodeando por casa del científico. Eso quiere decir, Sebastián, que están preparando el golpe. Tú lo has dicho, y no tardarán en caer, seguramente pronto su amigo en común quedará libre. Ahora sí, camarada me regresó el alma al cuerpo, vamos hacer el amor. ¡Qué…! Jajajaja hubieras visto la cara que pusiste.
Patrick se puso atrás de Miranda, para jugarle una broma sin saber que sus nervios estaban hechos polvo. Se avecino lentamente y rozó su hombro, con la mano derecha. Aquella volteó de súbito y le propició una cachetada, pero fue en defensa propia; ¡papá! Perdón no sabía qué eras tú. Qué bueno, que no estudiaste defensa personal, si no ahorita me estarían velando. Jajajaja, y tú de qué te ríes Pia, nada sólo pensaba que yo estaría viuda., no aguantaron y los tres rieron al unísono.
En esa misma tarde, tocaban a su puerta. Para la mala suerte de Miranda, el adicto abrió la boca, en aquella sala donde lo interrogaban, con entereza, nombrándola a ella; yo abro, el papá les abrió, si díganme a quién buscan. A la señorita Miranda, somos detectives de homicidios soy el oficial Regino y mi comandante Jenaro, todo muy bien, pero qué tiene que ver mi hija con este asunto. Podemos pasar, para explicarle. Bien adelante, tomen asiento en la sala; todo comenzó así. No estaba enterado, ni mi esposa estoy seguro. Pia, puedes venir. Espérame ahorita bajo. Disculpen el decirme todo aquello me tiene estupefacto, aquí estoy cuál es la urgencia, te presento a los detectives de homicidio, mucho gusto, disculpen la facha. ¡De homicidio dijiste! A quién mataron. Estaba igual de perpleja, la madre. Y Miranda ni por aquí le pasaba, ella escuchaba música con sus audífonos de su celular, muy quitada de la pena. No puedo creer que mi hija, dejase entrar a ese tipo a la casa. Qué asco. Sólo infórmele, que el caso ya se resolvió, de casualidad Miranda bajaba a la cocina, cuando los vio y por ende se desvaneció de repente. Hola, por lo visto tus papás no estaban enterados; así es oficiales, la voz de Miranda titubeaba. ¡Ya basta Miranda! Le gritó su papá, luego hablamos. No te hagas la mustia. Pero bueno entremos en materia, tu narco amigo, qué horror nada más de oírlo se me revuelve el estómago dijo la mamá. Y ella para sus adentro decía –si supieran que le entregué mi tesorito- me matan.
Ellos sólo querían comunicarte que ya se resolvió aquél asunto, y que la cosa esa sale de la sombra mañana.
FIN
************************
08/III/2025